El padre de mi novio me hace una oferta - Relatos Eróticos

El padre de mi novio me hace una oferta

... acariciaba el cuello me tenía ganada, y no dudaba en utilizar ese recurso. Echamos un gran polvo, pero eso no iba a hacer que me olvidara de que me había mentido. Con lo bien que me habían acogido, y teniendo en cuenta que yo tampoco trabajaba, no podía enfadarme con Gus, pero a partir de ese momento estaría más atenta por si me volvía a engañar con algo.

No podía entender que teniendo un padre dispuesto a colocarlo en su empresa, mi novio prefiriera estar en casa sin hacer nada. Me había dicho que aquello no era lo suyo, lo cual me había parecido una excusa ridícula, aunque, en realidad, no tenía ni idea de a qué se dedicaba Ignacio. Todos los días oía hablar del negocio, pero no me había dado por preguntar de qué era exactamente.

Se me juntaron dos cosas: la curiosidad por saber a qué se dedicaba exactamente mi suegro y la urgente necesidad de encontrar trabajo. Si hablaba con él, quizás podría pedirle que me me diera una oportunidad, un pequeño cargo en la empresa en el que pudiera poner en práctica todo lo que había aprendido en la universidad.

Me costó muchos días el reunir valor suficiente para pedirle un empleo al hombre que ya me estaba manteniendo de forma desinteresada. Era un domingo por la mañana, Ignacio estaba en la planta de arriba, en su gimnasio. Sobre la cinta de correr, su cuerpo sudoroso y ligeramente musculado imponía, especialmente por el contraste de verlo casi siempre en traje.

- ¿Por fin alguien en esta casa se va a animar a hacerme compañía?

- Puede que algún día, pero hoy venía a hablar contigo, si no es molestia.

- No, por dios, Kira, encantado de charlar contigo.

- Gracias. Como sabes, no estoy teniendo mucha suerte en la búsqueda de empleo.

- Y no lo entiendo, la verdad. Eres perfecta para cualquier trabajo.

- Soy joven y no tengo experiencia laboral, nadie quiere a alguien así en su empresa.

- Pues eso que se pierden.

- Ignacio, si de verdad piensas así, ¿por qué no me has ofrecido un puesto?

- Porque no creo que estés interesada.

- Si ni siquiera sé a qué se dedica tu empresa.

- Fabricamos todo tipo de materiales para la caza.

- Vaya...

- Sé que hoy en día no está muy bien visto, por eso prefiero mantenerlo oculto.

- Supongo que por eso Gus no aguantó demasiado tiempo.

- Más bien por lo vago que es. Pero tú eres diferente, me vendría bien tu visión.

- No creo que pueda contribuir con algo así.

- Tú has estudiado para dirigir empresas, ¿no?

- Sí, pero la conciencia me impide estar involucrada en temas de caza.

- Es un trabajo que alguien tiene que hacer. Que yo sepa, tú comes carne.

- Ojos que no ven, corazón que no siente.

- Es que no tienes que ver nada, el tuyo sería un trabajo de despacho.

- Déjame que me lo piense.

En ese momento me sentía como una hipócrita. Ignacio tenía razón, nunca me había planteado la posibilidad de dejar de comer carne, esperando que fueran otros los que se ensuciaran las manos. Sabía que si aceptaba el empleo ...