El padre de mi novio me hace una oferta - Relatos Eróticos

El padre de mi novio me hace una oferta

Trabajo fijo y novio formal, eso era todo lo que mi madre quería para mí. Yo compartía sus objetivos, pero sin prisa, pensando que todo acabaría llegando. Fue su presión lo que hizo que me precipitara, dando comienzo a una serie de situaciones que jamás pensé que me pudieran ocurrir.

Se podría decir que nunca había tenido novio, o quizás sí, pero siempre preferí denominarlos rolletes, amigos especiales o tíos con los que follar, para ser más directa. De los quince en adelante tuve muchos de esos, pero ninguno me duró más de un mes. Pensaba que había demasiados peces en el río como para decantarme prematuramente por uno.

La cuestión del trabajo sí que me preocupaba un poquito más. Tampoco me corría prisa, pero después de varios años estudiando en la ciudad, volver al pueblo fue un contraste muy duro. Me había costado bastante aprobar la carrera y sabía que si quería prosperar, tendría que volver a irme. Separarme nuevamente de mi madre era lo que más me dolía, pero a la vez lo que más necesitaba.

- Kira, ¿de verdad es necesario que te vuelvas a ir a la ciudad?

- Eres tú la que está empeñada en que encuentre un trabajo fijo.

- Pero podría ser aquí.

- No hay muchas empresas que dirigir en un pueblo de mil habitantes.

- Al menos esta vez no te vayas demasiado lejos.

- Mi intención es irme a la capital.

- Allí no conoces a nadie... y tampoco tienes dinero para comenzar de cero.

Aquello me dio una idea. Si cambiaba mi ubicación en la aplicación que utilizaba para encontrar ligues, quizás pudiera conocer algún chico con el que tener algo y que me ayudara cuando decidiera dar el salto a la capital. Allí sí que había ofertas de trabajo, aunque demasiada gente pugnaba por ellas.

Lo de la aplicación se me fue de las manos. Entre miles de candidatos, comencé a intimar con Gus, un chico muy guapo al que le atraía la idea de que yo fuese de pueblo y viajara hasta su ciudad para conocerlo. Al principio pensaba en el polvazo que le iba a echar cuando lo conociera en persona. Después se me metió en la cabeza que el podría ser el primero al que le diera más de un mes.

A las pocas semanas ya estaba pensando en boda e hijos. No sabía si mi mentalidad estaba cambiando o aquello era fruto de hablar todos los días e ir cebando las expectativas, pero me sentía enamorada. Era una sensación nueva para mí, resultaba agradable. Tanto, que estaba a punto de hacer una locura.

- Nena, vente a vivir conmigo. Aquí no te faltará de nada.

- Pero vives con tus padres.

- He hablado con ellos y están encantados.

- No sé, Gus... sería abusar demasiado.

- Dicen que te puedes quedar en la habitación que era de mi hermana.

- No les podré pagar hasta que consiga trabajo.

- Tranquila, también te ayudaré con eso.

- ¿Estás seguro?

- Sí, cariño, necesito estar por fin a tu lado.

Ya me habían advertido de que el amor te empujaba a hacer gilipolleces, pero pensaba que a mí nunca me sucedería. En contra de la voluntad de mis ...