1. El tipster (Parte III)


    Fecha: 22/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Sempiterno, Fuente: CuentoRelatos

    ... mostrar evidencias de lo cálida y húmeda huella del deseo y placer.
    
    —Acaríciate los senos también —le ordené.
    
    Rauda y veloz subió una mano hasta su pecho. Que empezó a masajearla de forma circular. Sus senos eran dos manjares de carne que pedían ser lamidos, besados, estrujados e incluso mordidos. Dejé pasar el tiempo contemplando fijamente las manos de mi amada disfrutar de su cuerpo de diosa. Si, eso era ¡Una diosa! ¡Afrodita en persona! Me recordó a un poema de Francisco Villaespesa:
    
    Te vi muerta en la luna de un espejo encantado.
    
    Has sido en todos tiempos Elena y Margarita.
    
    En tu rostro florecen las rosas de Afrodita
    
    y en tu seno las blancas magnolias del pecado.
    
    Por ti mares de sangre los hombres han llorado.
    
    El fuego de tus ojos al sacrilegio incita,
    
    y la eterna sonrisa de tu boca maldita
    
    de pálidos suicidas el infierno ha poblado.
    
    ¡Oh, encanto irresistible de la eterna Lujuria!
    
    Tienes cuerpo de Ángel y corazón de Furia,
    
    y el áspid, en tus besos, su ponzoña destila...
    
    Yo evoco tus amores en medio de mi pena...
    
    ¡Sansón, agonizante, se acuerda de Dalila,
    
    y Cristo, en el Calvario, recuerda a Magdalena!
    
    Jimena me miró con un destello de lujuria en sus ojos, mientras me acercaba hacia ella. Por fin la tenía ante mí. ¡Oh, diosa!
    
    Poseedora de un cuerpo perfecto, con piernas largas y seductoras, los muslos grandes y prietos eran la envidia de cualquier mujer, y entre ellos, su sexo, al que si mis lascivos ojos no engañaban, se hallaba ligeramente mojado. Sus labios de diosa pecadora, con sus ojos azules, que insinuaban un origen más divino, tal vez nacida de la espuma del mar, después de todo tienes por madre a la Luna. Que el sol su luz a ella da, otorgándole una belleza más radiante. ¡Oh, Jimena! Me das la esperanza del amor y luego con gran dolor, el desconsuelo llega sin razón por la vía del cruel engaño.
    
    Pocas mujeres he visto más hermosas que Jimena, pegué a mi cuerpo a ella y sentí el calor que emanaba de su piel, un calor que me embargaba mientras agaché la cabeza para sentir por primera vez el tacto de sus senos en mi boca.
    
    —Ahhh… Ahhh —gimió mi diosa mientras su cuerpo se estremecía.
    
    Comencé a besar sus tetas, mientras examinaba sus cualidades, eran tersas y firmes con unas aureolas pequeñas y rozadas. Me apoderé de su pezón, ahora duro como piedra a la vez que Jimena exhalaba un gemido al hacerlo, que indicaba que le gustaba y quería que lo siguiera haciendo.
    
    —Sigue… Sigue —me decía mientras empujaba mi cabeza contra su torso.
    
    Seguí devorando sus senos; sin que se me escape ninguno, pasando de uno al otro, entre tanto los gemidos de Jimena iban en aumento. Sentía el vaivén de sus caderas sobre mi entrepierna, donde mi pantalón impedía que la penetrase. Mi polla hace rato que se encontraba dura, y me pedía a gritos salir de su encierro.
    
    Bajé la cabeza, mientras descendía a su entrepierna, empecé a besar su vientre, luego su ombligo, hasta llegar a su vulva, que me ...