1. No me pude aguantar...


    Fecha: 22/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    Salimos con mi esposa a merodear por allí, un viernes en la noche, sin intención diferente a salir de la casa y distraernos un rato. No teníamos un plan premeditado, así que nos aventuramos por la llamada “zona rosa” en nuestra ciudad, un sector plagado de restaurantes, bares, discotecas, sitios para escuchar música y también uno que otro lugar de entretenimiento para adultos.
    
    Dejamos nuestro vehículo en un parqueadero y nos dispusimos a caminar por el sector, tal vez buscando distraernos observando el ambiente de las calles, la gente. Nos llamó la atención el sonido de música cubana en alguno de esos sitios y, sin más consideraciones, decidimos entrar. El local estaba concurrido y había buen ambiente. La música era alegre e invitaba a llevar el ritmo, mover el cuerpo y bailar.
    
    Nos acomodamos en una mesa y, como novedad, pedimos media botella de ron blanco para pasar la velada. El ambiente estaba cálido, así que mi esposa y yo nos quitamos las chaquetas. Ella estaba vestida con un body negro, bastante transparente, escotado, que dejaba ver sus hombros desnudos y parte de sus pechos. Complementaba su atuendo una corta falda blanca, medias veladas y zapatos negros de tacón alto, que hacían resaltar sus piernas. Y, con la cabellera suelta, como la tenía, llamaba la atención. Por lo demás, normal en ella, adornada con accesorios, aretes, collar y pulsera.
    
    La música estaba bien y, sin teniendo claro que queríamos distraernos un rato, nos deleitábamos escuchando la música. No me gusta bailar en lugares muy atestados de gente, como estaba aquel lugar, además que no me considero buen bailarín. Pero, así y todo, la estábamos pasando bien. Observábamos cómo se comportaba y disfrutaba la gente en aquel ambiente, y estábamos animados.
    
    Tal vez habíamos estado allí poco más de una hora y media, cuando, un hombre se acercó a nuestra mesa y, pidiéndome permiso, invitó a bailar a mi mujer. Ella, algo sorprendida, me miró como pidiendo permiso, y yo solo atiné a mostrar un gesto de aceptación. ¿Quieres bailar? Pregunté. Sí, dijo ella. Pues dale. A ver cómo sale el señor. De modo que él, muy caballeroso, esperó a que ella se levantará de su asiento, la tomó firmemente de la mano y la condujo hacia la pista de baile.
    
    Era un tipo apuesto, no puedo negarlo, un poco más alto que ella, contextura mediana, con cabello y barba bien cuidada, bien vestido, de manera que no vi nada que me previniera de su presencia y compañía. Al rato ya podía ver a mi esposa bailando encantada en compañía de su pareja, quien se desenvolvía muy bien en la pista de baile. Así que ella se dejó llevar de la música y empezó a bailar desinhibidamente al compás de aquellos ritmos. Se divertía, ciertamente.
    
    Después de un rato volvieron a la mesa. Su parejo, una vez la hubo acomodado, nos preguntó si nos podía hacer compañía. Ella, incluso, se lo había sugerido antes de llegar. Sin embargo, él, previsivo, pidió nuestro consentimiento. Yo no me opuse. Y mi esposa, por supuesto, ...
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