1. La calentura es mucha


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Hetero Infidelidad Autor: Tita, Fuente: SexoSinTabues30

    Cuando estaba en mis 30 años, Saúl y yo pensábamos divorciarnos y vivimos separados algunos meses. En esa época, mi pareja habitual era Eduardo, pero también había otros dos o tres más con quienes hacía el amor desde años atrás. Mi ninfomanía estaba al tope. (Aclaro para que no haya sorpresas, que al escribir esto, también he copiado algunos párrafos de otros relatos que ya escribí.)
    
    Algunas veces, me visitaban en casa y desde que recibía la visita había ido al baño a quitarme las pantaletas para estar más a gusto. Mi pareja de turno, y algunas de las otras, sabían que me gustaba que él no trajera ropa interior para que las caricias fuesen más directas. Generalmente nos sentábamos en la mesa donde platicábamos, es un decir, pues yo abría las piernas y él se bajaba el cierre de la bragueta donde yo sacaba ese tesoro del que ya fluía de líquido preseminal. Nos acariciábamos los genitales, ocultos por el mantel a la visión de mis hijos que a veces, en sus juegos, pasaban por el lugar. Nuestros dedos se mojaban de nuestras respectivas viscosidades, nos chupábamos los dedos y compartíamos en ellos los sabores. Cuando la calentura exigía más, les prendía la tele en el estudio a mis hijos y les pedía que se quedaran ahí mientras “platicaba” con mi amigo. Cerraba la puerta y a él lo agarraba de la verga para llevármelo así a la recámara, cualquiera era buena: la mía, la de mi hermana o la de mis hijos. Allí lo besaba y las caricias estallaban. Era frecuente que cuando él ya tenía mis tetas afuera y las mamaba, me subía la falda, ¡de inmediato ascendía el olor de mi vagina, ya mojada y caliente! Yo le desataba el cinturón y él se bajaba de inmediato los pantalones, me ensartaba y caíamos en la cama. Se movía frenéticamente provocándome dos o más orgasmos y se vaciaba en mí. Quedábamos quietos disfrutando la calma del amor consumado. Si por alguna razón, escuchaba que se abría la puerta del estudio, a la cual le rechinaban las bisagras, me levantaba de inmediato cerrándome la blusa para salir antes de que llegaran a donde estábamos y cerraba la puerta para que no vieran algo más mientras mi amante se levantaba el pantalón. A veces alcanzábamos a tener otro orgasmo más o yo le limpiaba el pene con la boca y le ofrecía mi vagina para hacer un rico 69.
    
    Cuando andábamos fuera, acompañados de mis hijos, obviamente no era fácil, fueron escasísimas las veces que tuve una penetración en esta situación. Recuerdo dos. Una de ellas con Roberto. Sólo nos acompañaba mi niña, entonces de tres años; habíamos ido al bosque a juntar piñas para adornos navideños. Al terminar la recolección de piñas, arribamos a una ciudad turística y comimos en el restaurante de un hotel, donde mi pareja solicitó un cuarto mientras comíamos. La niña estaba muy cansada y le dijimos que descansaríamos allí. Más tardó en acomodarse sobre la camaking size que en quedar dormida. Abrí la puerta y entró mi Roberto. Lo que siguió fueron besos, caricias y fornicación desenfrenada provocada por ...
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