1. El enfado de Elena


    Fecha: 21/05/2019, Categorías: Masturbación Autor: Chigron, Fuente: TodoRelatos

    ... mientras volvía a mirarse en el espejo. Le quedaba bien el pelo corto, había pensado en cambiárselo nuevamente, pero todos sus intentos volvían a la tijera para dejarlo nuevamente corto. Su figura delgada le gustaba, pero no dejaba de sentirse algo fofa, y con una pequeña barriguita que jamás apareció durante su juventud. A pesar de todo, teniendo en cuenta sus dos partos y la falta absoluta de ejercicio sabía que tampoco estaba mal.
    
    - Si no fuera por estas tetitas de mierda… - se dijo a si misma en voz alta mientras se las sopesaba por encima del sujetador. - ...al menos los pezones si que llaman la atención – Y sabía que era cierto por las miradas que recibía en las ocasiones en las que hacía top less.
    
    Sus piernas sin embargo si estaban bien, con unos muslos bien formados, sin una sola variz, y sobre todo cubiertos por una piel que era su orgullo, con un tacto absolutamente suave, algo que aún mantenía a su Eduardo prendado en las escasas ocasiones que follaban. No era al único; Pedro siempre le decía que el más fino terciopelo del mundo no podía compararse al tacto de sus piernas; desde luego era un adulador de primer orden.
    
    Por desgracia su culito no hacía justicia a sus piernas, y la frase “tienes un culo-carpeta” que le decía de vez en cuando su hermana para intentar picarla y que se apuntasen juntas al gimnasio resonaba en su cabeza, porque si era cierto que con un poco de ejercicio ese trasero se levantaría un poco, y si que levantaría alguna erección más.
    
    - Tal vez este año si me apunte a zumba – pensó, con un convencimiento casi nulo.
    
    Elena no es que no esté a gusto con su cuerpo, aunque sabe que está en su mano mejorarlo, pero también sabía que si quería sentirse mejor no tenía más que releer alguno de los mensajes que Pedro le mandaba de cuando en cuando. Lo normal era que hablaran de cosas superficiales, de asuntos familiares, o de la vida en general. Pero alguna vez la cosa se calentaba y Pedro era de dedo fácil a la hora de escribir para los halagos. Halagos que muchas veces ella rechazaba, pero que otras hacía que su cuerpo sintiera cosquilleos por diferentes zonas, y se sonriera como una adolescente que se sabe deseada.
    
    Pero una cosa eran unos mensajes que normalmente borraba, y otra estos relatos. Por lo que había leído había nombres cambiados, y ambigüedades en detalles significativos. Pero lo que en conversaciones clandestinas eran cosquilleos, esta vez se estaban transformando en nervios de puro miedo. Miedo a que alguien conocido pudiera poner sus ojos en ellos, miedo a que el propio Eduardo pudiera ser lector de esa página, miedo a tener que dar explicaciones, y miedo a saber los pormenores de sus escarceos vistos por los ojos de Pedro.
    
    La computadora emitía sus luces de inicio mientras cargaba el programa. Un momento breve que aprovecho para sentarse y acomodarse en la silla, apartar de la pequeña mesa donde tenían el portátil los juegos de sus hijos, y los papeles que se iban acumulando a la espera de ...
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