Mi paciente se volvió mi esclavo (2) - Relatos Eróticos

Mi paciente se volvió mi esclavo (2)

El día transcurría con normalidad, era un viernes por la mañana.

Estaba yo, sentada en mi consultorio público por la mañana, tomando el café de siempre, descansando entre consultas.

Escucho mi celular timbrar, lo dejo pasar, ha de ser un whatsapp, pensé.

Mientras le daba un sorbo a mi café, agarro el celular con la mano izquierda y efectivamente era un whatsapp.

“Doctora, buen día. Me gustaría agendar una cita en su consultorio.”

Me dispuse a continuar con la conversación, dándole a la persona datos de costo y horarios. Al final, termina agendando para el día miércoles de la próxima semana, pues yo ya tenía ocupados los demás días.

Cuando la persona al otro lado de la conversación me dice su nombre, despertó mi interés (no es que no estuviera interesada por el trabajo, solo que otro tipo de interés)

Era Antonio.

Si. Aquél hombre que había visto hace… no lo sé, ¿un mes? En mi centro de salud.

Mi mente de inmediato se puso a trabajar. Pensando en lo que había sucedido aquel día. Y claro… en lo que pudiera llegar a suceder.

Quería verlo de nuevo, no voy a negarlo.

Incluso, quería decirle que podía hacerle un espacio para el día de mañana, sábado. Pero… no lo hice.

Por supuesto que quería, pero no puedo permitir que él sienta poder sobre mí.

Así que, me limité a decirle que lo esperaba puntualmente el día miércoles a las 18:00hrs.

A partir de esa hora, dejé de dar más consultas para ese día, me aseguré de que él fuese el último en ese día… sí, lo sé, estaba ansiosa por saber qué más pasaría con ese hombre…

Durante los siguientes días, traté de no pensar tanto en ello. Salí a comer, salí a cenar, fui a comprar algunas cosas. Y el domingo por la mañana, decidí ir al spa a hacerme manicure y pedicure. Ya lo tenía contemplado para los próximos días, pero… sentía que tenía que hacerlo ya.

(Quizás estoy esperando demasiado de esa cita)

Llegó el tan esperado miércoles.

Desperté como de costumbre, me bañé, preparé mi café, elegí un vestido fresco y unas sandalias de piso. Me subí a mi camioneta y me fui a trabajar.

El día transcurrió con normalidad.

Llegó mi hora de salida. Me dirigí a mi casa, comí un poco, y sinceramente no tuve ganas de darme otra ducha, así que simplemente cepillé mis dientes y me dirigí a mi consultorio.

Pasaron unas cuantas horas y llegaron las 18:00.

5 minutos después (los cuales se me hicieron eternos)

Alguien toca a la puerta. Era él.

Me dirijo hacia ella, la abro y miro al hombre de aquella ocasión.

Ese hombre de tez morena clara, cuerpo ligeramente atlético y bien vestido. Ahora mismo lleva una camisa manga larga de color azul, con cuello y puños en contraste blanco. Bien fajado, con un pantalón de vestir azul marino y zapatos color café claro.

Sinceramente se ve muy bien, no voy a negarlo. Si lo viera en una reunión de negocios o algo así, tal vez no dudaría en acercarme a él.

-Buena tarde, pasa por favor.

-Buena tarde doctora. Gracias.

Una vez ...