1. Diario de un Consentidor 171 Loq oqrrenla playa 1


    Fecha: 15/05/2019, Categorías: Intercambios Autor: Mario, Fuente: TodoRelatos

    ... calculé que llegaría sobre las once. A la una decidí hacer mi vida y despreocuparme, cuando apareciera me encontraría pero no iba a seguir varado esperándola. Preparé un vermut, saqué unas aceitunas, patatas y frutos secos, trasladé todo a la mesa de la piscina y abrí el libro que andaba leyendo: novela negra escandinava.
    
    Un potente auto obligado a frenar con brusquedad atrajo mi atención; portazos, risas y voces desinhibidas hasta que se abrió la verja, unos pocos murmullos y algún que otro elocuente silencio dieron paso a un interminable vacío. Nada. Luego, la verja se cerró y el auto arrancó y salió con un exceso de pedal innecesario. Debía de ser tarde, había acabado las aceitunas y atacaba un segundo vermut. Consulté el reloj, me había abstraído en la lectura: las dos y media; cerré el libro y fui a su encuentro.
    
    —Te estaba buscando. —dijo cuando coincidimos en el salón, me echó los brazos al cuello y nos besamos sin medida; olía a gel de baño y a loción para después del afeitado. Lo que un olor puede hacer en un hombre, puede disparar la imaginación y llevarle a un estado que ni las palabras más gruesas alcanzan.
    
    —Te esperaba antes. —hizo un mohín delicioso y me ofreció la espalda para que le bajara la cremallera.
    
    —Lo siento; nos levantamos tarde, y después de desayunar…
    
    —Quiso más.
    
    —Algo así. —Extendió el vestido en un sillón y soltó el sujetador sin apartar la mirada. Algo así, ¿qué quería decir?
    
    —Y eso qué significa. —Sus ojos negros me arrasaron.
    
    —Ya sabes lo que me gusta hacer el amor por las mañanas. Follar. —matizó.
    
    El labio inferior sujeta los incisivos antes de explotar en un brote de sensualidad. Follar, en su boca, es un exceso de lujuria que la transforma.
    
    —¿Estabas preocupado?
    
    —La verdad es que no. Ya me conoces, cuando leo pierdo la noción del tiempo. Cuéntame.
    
    —Luego, no me hagas pensar.
    
    Luego, luego. Ardo en deseos de saberlo todo y ella pide paciencia. ¿Más aún?
    
    —¿Quieres tomar algo?
    
    Puso las bragas junto al sujetador y salió hacia el jardín.
    
    —Quiero darme un chapuzón. —La seguí, seguí la danza de su culo, llegó al borde de la piscina y se lanzó. ¿Cómo puede ser tan hermosa? Cruzó la piscina, se sumergió, alcanzó el extremo opuesto y, sujeta al borde, agitó la cabeza y retiró el pelo de la cara; me buscó, tomó impulso y nadó despacio hasta llegar a mis pies.
    
    —¿Te apetece nadar conmigo?
    
    Tardé en desnudarme lo que ella en hacer dos largos, salté y fui a por ella, nos besamos entrelazados. Puta, puta.
    
    —Para, estoy cansada. Después de comer, ¿vale?
    
    —¿Qué tal se ha portado?
    
    —Amable, correcto; por lo demás, bien, muy bien. Muy, muy bien. —apostilló con una sonrisa pícara.
    
    —¿Muy, muy bien?
    
    —No paramos en toda la noche; cerré los ojos a las siete.
    
    —Lo has agotado.
    
    —Y él a mí, sabe dosificarse.
    
    —Entonces, no te arrepientes de haber aceptado el trato.
    
    —Ni mucho menos, ha estado soberbio.
    
    —Soberbio, ¿tan bueno es? —me reconvino con la mirada—. ¿Cuándo ...
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