1. Diario de un Consentidor 171 Loq oqrrenla playa 1


    Fecha: 15/05/2019, Categorías: Intercambios Autor: Mario, Fuente: TodoRelatos

    La nuit je deviens fou, je deviens fou
    
    Salvatore Adamo, 1965
    
    Me despierta una mano cubriéndome un pecho y una tensa dureza clavada en los glúteos. No estoy del todo despierta, por eso lo que siento no encuentra barrera y llega a lo más profundo de mi cerebro, esa parte animal activa la pelvis y lanza un impulso rápido y breve, la verga reacciona, empuja, golpea y el instinto primario da otra vez la respuesta; ya estoy despierta, ya estoy dispuesta. Echo mano hacia atrás y la atrapo, la envuelvo, la aprieto, crece en mis dedos, la guío, la emboco, se hunde muy dentro. Me quejo, me ahogo. Empalada respondo clavándome en la estaca hasta el fondo. Trotamos enganchados, frotamos los cuerpos allí donde nos ensartamos, danzamos pegados un ritmo sincopado. Me abre, me raja, me vierto, me inflamo, me inunda, me llena.
    
    …..
    
    En pleno desayuno en el porche, llamó Gerardo.
    
    —Buenos días, Carmen, ¿qué tal, todo bien?
    
    —Buenos días, Gerardo. Todo bien, gracias.
    
    —¿Cómo fue la travesía?
    
    —Lo pasamos estupendamente, y Santos estuvo muy atento.
    
    —En realidad llamaba por otra cosa.
    
    —Ya imagino.
    
    —Es hora de que nos veamos, ¿no crees?
    
    —Pensé que te habías olvidado.
    
    —Estaría loco, ¿qué tal esta noche?
    
    —¿Esta noche? —Mario respondió encogiéndose de hombros.
    
    —Vamos a ir… mejor no te lo digo, te vas llevar una sorpresa. Paso a recogerte a las ocho.
    
    —¿No me dices nada más?
    
    —Te daré una pista: pisaremos tierra firme, el mar queda para otro día aunque lo tendremos a la vista toda la noche.
    
    —Dime algo, sobre todo por saber qué ponerme.
    
    —Te pongas lo que te pongas estarás estupenda.
    
    Llevo mal las sorpresas y más con desconocidos, tendría que confiar en lo que Tomás me había contado sobre él
    
    —Ya lo has oído.
    
    —Me las apañaré, lo mismo salgo a cenar fuera.
    
    …..
    
    El día quedó marcado por la sombra de Gerardo, procuré evitar que lo notara pero a mis ojos la mujer que me acompañaba era otra, ¿sería mi percepción o es que a ella también le alteró la función que debía cumplir unas horas más tarde? Terminamos de desayunar simulando que nada había cambiado, sin embargo nada era igual, sentada frente a mí ya no estaba mi esposa, los silencios ocultaban expectativas que no pensaba compartir. Recogimos la mesa, arreglamos la alcoba en un desenfado mal representado, la perdí durante casi una hora que dedicó a arreglarse, mucho tiempo, demasiado, tal vez necesitaba estar sola, yo adopté la pose de lector para hacer que todo iba bien; salió, se sentó a mi lado y fingimos leer. Llamó a Esther para cubrir el vacío que nosotros éramos incapaces de llenar y hablaron de todo, volvía a ser ella, después propuso nadar, la llamada le había venido muy bien; se desnudó frente a mí, yo la seguí y nos lanzamos juntos al agua, la nube de tormenta había pasado, jugamos, nadamos, nos enredamos y lo hicimos agarrados a la escalerilla.
    
    Pasamos el resto del día fuera, evitando aludir a lo inevitable; hablamos de la charla que mantuvo con su ...
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