Las putas bajo mi techo - Relatos Eróticos

Las putas bajo mi techo

... cuidarla y decidió hacerse cargo de ella, de esa manera y con instrucciones severas de que ante cualquier inconveniente o dolor debíamos llevarla nuevamente al nosocomio la llevamos a casa, fueron tres meses de nervios y locura, mi hermana se hizo cargo de mi mujer y no acepto la ayuda de nadie, solo ella la cuidaría, y eso implicaba todo lo relacionado con una persona que no puede levantarse de la cama, Ines tenia prohibido levantarse hasta para ir al baño, mi madre a veces también nos ayudaba, pero ella misma estaba muy decaída, y cuando veía a Ines y su panza solo lloraba debido a la angustia que le producía que su marido no haya podido conocer a su nieto, si era un varoncito, Ines lloraba con ella y le pedía disculpas, no entendíamos el porque, Marible nos explico que en su estado estaba muy sensible y extrañaba a nuestro padre, bueno son esas cosas de mujeres, al menos eso creí.

Estaba nervioso, por supuesto no podía fumar allí, todo era quietud y silencio, apoyado en una fría pared solo esperaba, me sentía como un perfecto inútil, frente a mi, mi hermana me miraba con sus ágiles ojitos azules y transpiraba, ella también estaba realmente angustiada, de repente el silencio se vio interrumpido por un pequeño grito, pareció como si un gatito maullara por comida, solo eso, Maribel me miro y comenzó a llorar.

-Ya nació, ya nació, mi amorcito ya nació, Enrique ya nació……

Nos estábamos abrazando cuando la enfermera nos lo presento, era un bebe que según mi hermana era hermoso, con mucho pelo negro, con sus deditos finitos y largos, su pequeña naricita peleaba por tragar aire, a mi me pareció medio feito, pero para mi hermana era perfecto y hermoso, quien se atrevería a decir lo contrario?, yo seguro que no. Lo llamamos Enrique en honor a la memoria de mi padre, era muy parecido a su mama, era de tez morocho como ella

A partir de ese momento las cosas cambiaron, en mi trabajo me ascendieron a jefe de informática y programación, ya mi sueldo tenia muchos ceros, y mis obligaciones me robaban muchas mas horas de las que normalmente trabajaba, Ines me reclamaba que se sentía sola, y que por favor trate de no trabajar tanto, pero eso era imposible, decidí que el esfuerzo de un par de años me daría la tranquilidad necesaria para vivir sin sobresaltos el resto de mi vida, tal vez a los cuarenta años estaría ya en condiciones de retirarme y disfrutar de mi mujer y de mi hijo, aun seriamos jóvenes y todo el mundo seria nuestro, pero para eso faltaban nueve años, y a Ines no había manera de convencerla.

Era ya una costumbre discutir de este tema, cuando una de esas discusiones se vio interrumpida por el llanto del bebe, Ines mi miro y con terror en lo ojos me dijo que el bebe volaba de fiebre, al menos 39.8 grados, inmediatamente ella quería llevarlo al medico, no la deje, llene la tina de baño de agua tibia y metí al bebe que tiritaba de frío al agua, lentamente la fui enfriando agregando primero agua fría y luego directamente hielo, logramos ...