Las putas bajo mi techo - Relatos Eróticos

Las putas bajo mi techo

... eramos ella y yo, mi verga bien clavada en su ardiente vagina, nada mas importaba, y así la llene por primera vez, estaba acabando y ella acababa conmigo, fue maravilloso, caímos en un letargo de amor como nunca antes lo viví, nos besábamos con ternura nos acariciábamos con placer, conocíamos nuestros cuerpos juntos, usábamos nuestras manos y nuestra lengua para hacerlo, y de esa manera pasamos toda la noche haciendo el amor, ella a todo decía que si, llene su vagina tres veces mas, solo que nunca me dejo penetrar su ano, ni siquiera con un dedo o la punta de el, y la respete, me dijo que eso le resultaba sucio y la cortaba, en realidad mucho no me importo, ahora ella era mía, si solo mía.

Era inmensamente feliz, todo en la vida me sonreía, en mi trabajo era muy bien considerado y con ello llegaron en los primeros seis meses el primero de los muchos asensos que lograría, ya era encargado de sistemas y programador nivel 2, o sea que de una vez había subido cuatro categorías juntas, y con ello una aumento sustancial en mis honorarios, ya pagar la cuota del departamento no presentaba ningún esfuerzo y así pude ahorrar y en pocos meses logre comprar mi primer auto, por otro lado Ines y la Peque ya habían abierto su estudio de contaduría, y por mis contactos les había conseguido muchos clientes de estaciones de servicios y algún que otro transportista, o sea que también su negocio era prospero y pronto las chicas ganaban un salario mucho mas que digno.

Así fue que decidí invitar a Ines a un viaje de fin de semana a la costa atlántica, de esa manera estrenaríamos el auto, y nos vendrían muy bien unos días de descanso y juntos, yo ademas había comprado ya un anillo y me pareció que era una buena idea entregárselo en una cena con velas junto al mar, pero esto ultimo tuve que posponerlo porque la Peque se nos colo en el viaje y al final fue un viaje de tres, incluso la primera noche Ines luego de hacer el amor conmigo me pidió permiso para ir con su amiga, ella estaba sola y querían pasar tiempo chismeando cosas de mujeres, me dijo, por supuesto como todo un caballero que soy no puse reparos y esa noche ella durmió con mi hermana en su habitación, y yo en la mía, sólito pero satisfecho, Ines se había encargado de dejarme la bolas bien secas antes de irse.

Cuando volvimos de ese viaje le propuse matrimonio, ella llorando de alegría acepto, y estuvo por lo menos tres meses viendo el anillo en su dedo, no podía dejar de mirarlo, me llenaba de amor y me repetía hasta el cansancio que me amaba y que la había echo la mujer mas feliz del mundo al pedirle que se case conmigo.

Nos casamos con una hermosa ceremonia y una fastuosa fiesta, al menos 250 invitados, muchos de ellos apenas conocidos que por ceremonial y protocolo debimos invitar, como gerentes de mi empresa o clientes importantes de la suya, los demás amigos y familiares, mi padre sentado miraba todo con sumo placer, me acerque a el y me pidió charlar en privado.

-Hijo solo quería decirte ...