1. El regalo: Un antes y un después (Quinta Parte)


    Fecha: 13/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... un alto en la oficina. Ajá, mañana… ¡Mañana! Y fui cerrando mis ojos, para entre imágenes y sentimientos de culpa analizar el porqué.
    
    Estaba atraída de improviso, sin saber exactamente la causa. ¿Era él? Mi jefe y su ahora conocida por completo… ¿Fisonomía? O quizás, su altanería pasada, transformada ahora en… ¿Galantería? Sería por conocer sus aflicciones. Me atraía don Hugo por su pesar… ¿La traición y su dolor? Aparté las inquietudes, mañana hablaría en calma con él y con Rodrigo después. Me persigné y oré antes de dormir, porque la que reza y peca, empata. Cerré mis ya pesados párpados… Rodrigo, perdón mi amor… Si él me dejara explicarlo todo. Mañan…
    
    Me desperté sobresaltada al clarear la mañana. La alarma del despertador, se escuchaba lejana, cinco minutos más, cinco por favor. ¡Mis hijos! El colegio. Levantarlos y bañarlos, siempre era una pequeña guerra. Preparar el desayuno para los cuatro, revisar maletas y uniformes. Me puse en pie sin esfuerzo, automática cotidianidad. Fui hasta el baño y me cambie de toalla. Dolores continuos desde mi vientre hasta mis muslos, molesta bendición de ser mujer. La cocina primero. Despertar con al menos una caricia a Rodrigo.
    
    Encendí la luz del pasillo, y el baño auxiliar desprendía de su interior una tibia atmósfera, olor a Santos de Cartier, la colonia de mi esposo. Con cuidado empujé la puerta y encendí la luz. La división de vidrio de la pequeña ducha estaba húmeda, aun las gotas permanecían resbalando lentas, uniéndose unas a otras en su recorrido final. Me fijé que en el pequeño espacio de la repisa superior, se hallaban los envases de sus colonias, la crema para afeitar, su máquina eléctrica y un empaque de tres cuchillas desechables sin abrir. El frasco de shampoo, su cepillo de dientes y la crema dental que usaba para los viajes.
    
    ¡Juep…! Mierda aquello no pintaba bien. Era una clara señal de que Rodrigo había tomado ya una decisión. De nuevo alejarse de mí, buscar su propio espacio. Llegué afanada hasta la sala, requería con urgencia hablar con mi marido y aclararle todo, con sinceridad. Pero Rodrigo ya no estaba. Yo no lo había sentido salir, seguramente el cansancio había logrado sumirme en un profundo sueño, y yo creyendo que había sido reparador. Doblada perfectamente sobre un brazo del sofá, la manta. Y sobre la mesa de centro, pisada con el cenicero de vidrio tallado, –regalo de nuestra amiga Lara– una hoja extendida de papel cuadriculado, de seguro arrancado de la agenda de mi marido, y sí, sus letras escritas usualmente en cuadriculadas mayúsculas, expresando con sentimiento, –como siempre– su tormentos.
    
    Continuará... 
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