1. Fruta muy madura


    Fecha: 13/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... mujer sí que me acordaba. Tenía dos poderosas razones para hacerlo. Cuando era pequeño, estaba deseando que mi madre me llevara a la frutería para verla. Tenía los dos mejores melones de todo el barrio y siempre llevaba unos escotes que hacían que no te pudieras fijar en nada más. De todas las tiendas de comestibles, era la única en la que siempre había mayoría de hombres. En aquella época rondaba los cuarenta y estaba cañón. La curiosidad por saber qué tal se conservaría, me llevó a decidir que tenía que comer mucha más fruta.
    
    Una tarde, al salir de trabajar, me crucé la ciudad entera para ver si llegaba a tiempo, pero ya estaba cerrando. Me acerqué sin saber muy bien qué le iba a decir, había sido demasiado impulsivo. Pero ya que estaba allí, no me iba a quedar sin ver como se conservaba la frutera.
    
    - Hola, joven, ¿puedo ayudarte?
    
    - Pasaba por aquí y he recordado que mi madre me traía de pequeño a esta frutería.
    
    - La verdad es que me suena tu cara. ¿Cómo te llamas?
    
    - Aritz. Soy el hijo de Maribel.
    
    - ¡Ya decía yo! Tu madre me habla mucho de ti. Sé lo de la boda. Lo siento.
    
    - Gracias, así es la vida. Yo siento lo de tu marido.
    
    - Una pena, sí. Pero al menos ya descansa. ¿Querías comprar? Te vuelvo a abrir.
    
    - No te preocupes,mañana vuelvo.
    
    - Vale, te estaré esperando.
    
    Durante el resto del día no volví a pensar en Eider ni una sola vez. Todos mis pensamientos estaban centrados en la frutera, un mito erótico de mi infancia que seguía siendo capaz de despertar mis instintos. Decir que estaba igual sería mentir, pero se mantenía en muy buena forma. El escote ya no lo llevaba tan pronunciado, pero seguía presente, no hay edad para dejar de lucir esas pedazo de tetas. Si no se habían descolgado del todo, seguirían siendo un manjar que cualquiera querría catar.
    
    El día siguiente se me hizo demasiado largo. Estaba ansioso por que terminara y volver a encontrarme con Menchu. A última hora de la tarde llegué a la frutería y allí me estaba esperando. En esta ocasión, sí lucía un escote como los de antaño. Apenas tenía arrugas, daban ganas de lanzarse de cabeza.
    
    - Pensaba que ya no vendrías.
    
    - Mucho trabajo, me tienen explotado.
    
    - No te preocupes, guapo.
    
    - Tú sí que estás guapa, parece que no pasa el tiempo por ti.
    
    - Te acepto el halago, pero exageras.
    
    - En absoluto. Estás mucho más en forma que yo.
    
    - Es que solía hacer mucho ejercicio con mi Cándido. Ya sabes...
    
    - ¿Te refieres al sexo?
    
    - Pues claro. Hasta que la enfermedad lo destruyó, no perdonaba un polvo.
    
    - Fue un hombre afortunado. - Se me fue la vista al escote.
    
    - Sí, a él también le encantaban. Murió con una teta en sus manos.
    
    - No se me ocurre mejor forma de morir.
    
    No sabía si la conversación se estaba calentando o simplemente era una mujer sin pelos en la lengua. Yo, desde luego, estaba empezando a fantasear con usurpar las tetazas del difunto Cándido. Lo más probable es que fueran imaginaciones mías, Menchu acababa de enviudar, ...