1. Fruta muy madura


    Fecha: 13/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    Sonaban campanas de boda. Me quedaban justo tres semanas para casarme y me sentía el tío más feliz del mundo. Mis amigos me organizaron una despedida de soltero que no incluía alcohol ni prostitutas, sino acampar en el bosque como cuando éramos críos. El fin de semana iba muy bien, nos lo estábamos pasando en grande recordando anécdotas de nuestra adolescencia. Todas las bromas se centraban en que no había conseguido meterla hasta que conocí a Eider, la mujer con la que me iba a casar.
    
    Era cierto. Me dediqué a ser el payaso de la clase y ninguna chica me tomaba en serio. En la universidad cambié la actitud y ahí fue cuando la conocí a ella. Nunca dejé de lado mi faceta cómica, pero era un humor mucho más maduro. No solo había sido mi primera vez, además quería que fuera la única. Era una chica inteligente, guapa y tenía un gran cuerpo, en especial un culo de esos que eres incapaz de no girarte para mirarlo cuando te lo cruzas por la calle.
    
    Volviendo al fin de semana, todo se torció cuando comenzó a llover. Ningún pronóstico del tiempo nos hizo pensar que sucedería, así que no nos quedó más remedio que volvernos para casa. Como no hay mal que por bien no venga, esa noche llegaría a tiempo para una buena sesión de sexo. Lo que no podía imaginar era que otro ya se me había adelantado.
    
    Cuando entré por la puerta, los gritos se escuchaban por toda la casa. Sabía de sobra como gemía Eider, alguien se la estaba follando. Si la puñalada directa a mi corazón no fuera suficientemente profunda, el remate supuso asomarme a la habitación y ver a un compañero suyo de trabajo dándole por culo.
    
    - Aritz, esto no es lo que parece.
    
    - ¿No te está enculando un tío en nuestra cama a tres semanas de la boda?
    
    - Sí, pero no estaba premeditado. No sé qué me ha pasado.
    
    - No me esperaba esto de ti.
    
    - Espera, no te vayas. Te juro que te quiero.
    
    - La casa es mía. Te doy un día para que recojas tus cosas y te largues.
    
    No sé si hubiera perdonado una infidelidad normal y corriente, con lo enamorado que estaba quizás fuese lo suficientemente tonto para hacerlo. Pero que le rompa el culo otro cuando yo llevaba años intentándolo sin éxito, ni de coña. Pese a sus súplicas fui implacable. Una vez que se fue de la casa me volví a instalar y no quise volver a saber de ella. A la mierda la boda.
    
    Por muy clara que tuviera la decisión, no fue nada sencillo. Pasaban los meses y seguía pensando en ella, en si habría hecho lo correcto. Ni me planteaba conocer a otra. En el fondo creía que sucedería algo que lo arreglaría todo, que sería capaz de perdonarla. Empezaba a desearlo, todo indicaba que caería en la tentación. Hasta que recibí una llamada de mi madre.
    
    - Hijo, ¿cómo estás?
    
    - Bien, mamá, aquí viendo la tele.
    
    - Tienes que salir de casa, que la vida son dos días.
    
    - Siempre dices lo mismo.
    
    - Porque es verdad. Mira Cándido, a muerto con sesenta y pocos años.
    
    - ¿Qué Cándido?
    
    - El marido de Menchu, nuestra frutera de siempre.
    
    De esa ...
«1234»