1. Liado con las peregrinas


    Fecha: 16/03/2019, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    No hace mucho, realizaba una ruta peregrina entre San Senxo y Finisterre, una ruta que en principio era solo de ida, pero acabó siendo de ida y vuelta con una breve estancia en un albergue de unos buenos amigos
    
    Caminaba a mi aire con ese placer de encontrame a los diversos/as peregrinos/as y darme al placer del charloteo, lo que era muy común pus un negro peregrino de esa cosa que se vea todos los días, ni en todos los caminos del Señor, salvo en la tierra de los infieles allí sí que se ven.
    
    Hacía ya horas que no veía a nadie, hasta que al llegar a la iglesia de San Bras, me encontré a dos peregrinas novatas, como ellas mismas se calificaron, con las cuales entretuve unos minutos que se convirtieron en algunos más interesadas por mi historia.
    
    Una de ellas, la más entrada en años y fea como Picio, (Encarna) pero muy pizpireta se quejaba de los pies, que, por cierto, presentaban bastante mal aspecto, el derecho una buena hinchazón.
    
    La otra peregrina más joven y maciza, o sea más buenorra (Angela) pasaba de todo, salvo de tomar notas para su diario, en el cual iba anotando mis consejos y atajos para la ruta, y aquellas cosas del condumio y los frotes y demás a su querida amiga.
    
    Me acerqué a la feota a Encarna y le tomé el pie con mis grandes manos y tras un breve examen le aconsejé que se viniera conmigo al arroyo cercano, y veríamos la forma de bajar la inflamación dado como estaba el pie, a lo cual accedió, eso sí llevamos de carabina a su amiga Angela que no nos quitaba ojo.
    
    Antes de llegar a la orilla, apenas sin darme cuenta Encarna se puso en cuclillas y echando la braga a un lado fue soltado una buena meada, la miraba estupefacto a ella y a su perlado coño rodeado de pelambrera, algo le iba a decir cuando me soltó ¡Es que con los ríos siempre me dan ganas de mear ¡
    
    Tras ello coloqué a Encarna en la orilla del pequeño arroyo en el cual me metí yo también para ir limpiando los maltratados pies, a la vez que le quitaba la roña caminera, luego pasé a frotarlos bajo el agua, y excitarle las partes de la planta el pie, haciendo círculos con los pulgares en cada dedo, así como la línea que va por debajo del nacimiento de los dedos, buscando los puntos más sensibles.
    
    Encarna veía un poco las estrellas, pero se deja hacer pues encontraba placer tanto por el agua fría que la calmaba horrores, como por el suave sobeo de los pies que le venía genial, por lo cual se entregaba y se deja hacer, tirándose para atrás, no le importa enseñarme sus bragas blancas y un abultado monte de venus bajo ellas, pues su faldita desde mi posición deja ver y adivinar lo que ya había visto en durante la meada.
    
    Proseguí con mis masajes por sus gemelos para que el Talón de Aquiles se relajase, pues parecía que estuviese de trotar por caminos y trochas, y de tanto retorcerse para evitar los sufrimientos de las ampollas, las piernas se le habían puesto duras como tablones y llenas de puntos de inflamación.
    
    Subí con el masaje de los gemelos a las ...
«1234»