1. Cómo movía el culo mi mujer


    Fecha: 11/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... contesté. Hay espacio suficiente para que usted le haga la vuelta a la señora y nada más. Sí, respondió él, agachando la cabeza. No se preocupe, dije, si vamos allá es porque ella quiere. Y si aquello no resulta de su agrado, pues nada que hacer. No hay obligación. O, ¿sí? No, respondió él.
    
    Lo único que le pido, continué, es que la cosa se dé sin malos rollos. Ni ella ni yo estamos para líos de ninguna clase. Solo disfrute del sexo con ella hasta donde lo permita y ya. ¿Se la quiere culear, de verdad? Ella ya está mayorcita. Sí, respondió él. Bueno, contesté, pues hágalo bien y no nos vaya a defraudar. Seguro que no, contestó. En eso llegó ella, renovada. El tiempo en el lavabo le sirvió para acicalarse y ponerse a punto para su conquista. Esa coquetería en el arreglo me dio a entender que realmente aquel muchacho le había interesado y que quería que el encuentro funcionara. Bueno, dijo ella, no más llegar, ¿dónde es la cosa?
    
    Síganme dijo el hombre mostrándonos la ruta, caminando delante de nosotros. Bajamos al primer piso, caminamos media cuadra, giramos a la derecha en la esquina y allí, a no más de veinte metros, estaba la entrada del lugar. Amor fugaz decía el letrero a la entrada de la puerta. El joven, conocido en el sitio, tal vez, llegó hasta la recepción, dispuso lo necesario y, volviéndose a nosotros, dijo, listo, tenemos que subir escaleras. La habitación está en el tercer piso. Adelante, indiqué, ¡sigamos!
    
    La habitación no era nada del otro mundo. Un espacio pequeño, sencillo y bien decorado, con grandes espejos a lado y lado. Agradable, sí, pero pequeñita. El espacio disponible no excedería más de 2,50 x 2,50 metros. Menos mal tenía baño, pero miniatura. Estaba amoblada con una cama semidoble, una pequeña mesa de noche con su lámpara, una silla y un pequeño televisor plano fijo en la pared. Me incomodó que el único espacio para situarme a contemplar la faena era a los pies de la cama, pero, no existiendo posibilidades diferentes, ni modo.
    
    No más haber entrado allí, mi mujer se adentró en el baño. El hombre aquel y yo, quedamos solos, sin saber qué hacer. Bueno, dije, yo, seguramente ella va a salir lista para la acción. ¡Prepárese! El tipo, entonces, muy obediente, se desnudó con rapidez y se acostó en la cama, a la espera de su dama, que no tardó en hacer su aparición. Al salir del baño, claro, que aquel tipo estuviera desnudo esperándola en la cama la cogió un tanto de sorpresa. De seguro intuyó que no iba a haber preliminares, caricias y demás, y que el escenario ya estaba dispuesto para lo que se esperaba.
    
    Ella, en consecuencia, empezó a desnudarse. Vaya, dijo, tenías muchas ganas. Sí, contestó él, desde que bailamos la primera vez. Mi esposa acabó de desnudarse, lo cual no fue difícil, porque, la verdad, al estar en un clima cálido, andaba muy ligerita de ropas. Se quitó la blusa, el brasier y sus pantis, dejando se calzados sus zapatos, y ya, lista para la faena. Llegó hasta la cama y se montó sobre él, que ya ...