1. Cómo movía el culo mi mujer


    Fecha: 11/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    Estábamos pasando un período de vacaciones en la Costa, disfrutando de los entretenimientos que se ofrecen al turista en aquellos lugares, museos, sitios de interés, balnearios, restaurantes, bares, discotecas y sitios de entretenimiento para adultos. La estancia transcurría sin contratiempos y habíamos gastado el tiempo realizando diferente tipo de actividades hasta que llegó el viernes, el fin de semana, que pareciera despierta deseos dormidos.
    
    Caminando por las calles del centro histórico nos topamos con Imperio Night Club, aparentemente una discoteca de las muchas que pueden encontrarse por allí. Y, no sé, por alguna razón no sentimos impulsados a entrar y echar una mirada. Así que entramos. De entrada, el ambiente nos cautivó. Había buena música, una iluminación atractiva y gente divirtiéndose, bailando animadamente. No tuvimos dudas, entonces, y buscamos dónde acomodarnos, con la intención de pasar parte de la noche ahí.
    
    La música nos encantó desde el principio y rápidamente nos vimos bailando, disfrutando del ambiente, y también, bien pronto, pude percibir como gente alrededor, hombres, principalmente, le echaban una mirada de reojo a mi mujer, que, desenvuelta, se movía instintivamente al ritmo de la música, totalmente desinteresada de lo que ocurría a su alrededor. Simplemente disfrutaba del momento y del ambiente del lugar. Y, en principio, nuestra velada transcurría en calma. Nos tomábamos unos tragos de ron, de cuando en vez, y bailábamos y bailábamos, para no desperdiciar el tiempo.
    
    El ejercicio, sin embargo, al cabo del tiempo, causa desgaste. Y yo, por lo tanto, requiero tiempo de recuperación antes de volver al ataque. Pero mi esposa, no sé, en estos momentos, pareciera ser inagotable. Así que, mientras yo me puse en modo reposo, ella siguió bailando sola y, lógico, alguien tendría que aparecer para hacerle compañía. Su eventual parejo, un hombre de la misma condición mía, pues, encontró en ella la pareja de baile para no, tal vez, danzar solo.
    
    Finalizada la tanda, ella volvió a la mesa para tomar algo de agua, y, recién empezó a sonar la música, apareció otro hombre, más joven, convidándola a bailar. Y ella, sin recato alguno, y tal vez halagada por haber sido escogida por un hombre más joven, lo aceptó. Se alejaron, entonces, y empezaron a bailar muy animadamente. Pronto vi que parecieron congeniar y armonizar. El tipo bailaba bien, sin duda, y se acoplaba bien con ella como pareja de baile. Indudablemente, desde mi perspectiva, ella disfrutaba de su compañía.
    
    Terminada una tanda, ella volvió a la mesa. El pareció tomar otro camino. Así que, mientras pasaban los minutos, charlamos un rato. Me contó que el sitio estaba excelente, que la música estaba muy buena, que el muchacho era oriundo del lugar, que venía con regularidad al sitio, que había venido con un grupo de amigos, que iba a darles una vuelta, motivo por el cual se había ausentado, y que bailaba muy bien. Que la estaba pasando rico, sin más ...
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