1. Cómo movía el culo mi mujer


    Fecha: 11/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

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    El ambiente era de fiesta, así que le pregunté si estaba cansada y me contestó que no, por lo cual le hice señas para que saliéramos a bailar de nuevo. Y, otra vez, como muchas veces antes, nos dirigimos a la pista. Estuvimos danzando un largo rato al ritmo de salsa, merengues, bachatas, vallenatos, boleros y no sé, qué tantos otros ritmos música colocaron allí para deleite de todos. Al final bailábamos todo y la estábamos pasando bien. Y, ya pasadas las 2 am, entramos en receso. Volvimos a la mesa.
    
    Estando allí, apareció de nuevo el lugareño que andaba de rumba con sus amigos. Pero esta vez mi mujer declinó la invitación a bailar y convidó al visitante a que nos acompañara. Estuvimos conversando un rato sobre lo habitual, dónde vive, que hace, cuáles sus hobbies, etc. Mejor dicho, averiguándole la vida. El tipo, muy espontáneo, contestaba sin prevención sus preguntas. Y luego él, sin vergüenza alguna, nos contó que venía con frecuencia a ese lugar principalmente en busca de ligar, y que, si había alguna opción, trataba de no perder la oportunidad.
    
    La conversación se había puesto algo caliente, pero, en principio, no le dimos importancia. Mi esposa, hábilmente, desvió la conversación hacia otros temas, preguntándole si había otros sitios como ese en la ciudad, cuál prefería, en dónde le iba mejor en sus conquistas, a todo lo cual nos respondía con total desparpajo. Al final, como para no seguir con aquel interrogatorio, el tipo le dijo a mi mujer que salieran a bailar y aprovecharan la música. Ella aceptó. Y, de nuevo, otra vez se dirigieron a la pista, que, para la hora, 3 am tal vez, ya no contaba con tanta gente.
    
    Los podía ver bailando desde donde me encontraba y comprobé que el tipo estrechaba a mi mujer, de seguro con la intención de seducirla y hacerle la propuesta indecente: llevarla a la cama. No me pareció raro que aquello ocurriera y, de verdad, en vista que yo estaba de espectador, el solo contemplar la idea en mi cabeza me calentó e los imaginé fornicando. ¿Por qué no?
    
    Llegados de nuevo a la mesa y sentados para descansar del ajetreo, el tipo fue directo con ella. Señora, le dijo, ¿estaría de acuerdo en hacer el amor conmigo? Los dos nos miramos. Ella, sonriendo, contestó, me gustaría, pero ya es un poco tarde. Si uno quiere y tiene ganas, replicó él, nunca es tarde. Cualquier hora es buena. Ella me volvió a mirar de nuevo, como pidiendo consentimiento, y yo asentí haciendo un gesto de aprobación con mi cabeza. No sé, exclamó ella. A esta hora ¿dónde podríamos conseguir un motel? Eso no es problema, se apuró a responder él. Eso está solucionado.
    
    Bueno, dijo ella, ¡vamos! Voy al baño y no tardo. Así que se alejó y nos dejó a los dos solos. ¿Es muy lejos el lugar? Pregunté. No, dijo él, la verdad, es aquí mismo, detrás del edificio. Allí hay unas habitaciones donde podemos pasar el rato. Y son buenas, ¿amplias? Hmmm, balbuceó, pues no tanto. Son habitaciones para que las parejas pasen el rato. Ya, ...
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