1. Con mi consentimiento


    Fecha: 08/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... respondí, un tanto sorprendido con aquello. Y para no dejarme amilanar ante la intervención, continué. Ella congenia con todo el mundo, sin distingo alguno. ¿Por qué pregunta? Me pareció que ella tenía alguna predilección por los hombres de color. ¿Y eso? ¿E qué sentido? ¿Qué te hace pensar eso? Perdone jefe, cosas de cada uno, contestó. El otro día que estuvo por acá, me pareció que me veía, como de manera especial, dijo. Mmmm… ¿te pareció? Pregunté. Este, jefe… sí…perdone… cosas de muchachos, respondió.
    
    Nunca supe que, después de su visita a mi casa aquel día que fue a entregar el trabajo, ella y él conversaban regularmente. En aquella ocasión él se había ofrecido a asistirla a ella por si necesitaba algún favor, así que regularmente la llamaba, sin falta, todos los lunes, para ponerse a la orden si algo llegara a necesitar durante la semana. Ella, mi esposa, nunca me lo comentó.
    
    Así que me pareció extraño que llegara a mi oficina un día, ya próximos a salir del trabajo. No había caído en cuenta que el 7 de mayo, al día siguiente, era su cumpleaños, de modo que, no me sorprendió cuando sacó botella de vino blanco y copas, supuestamente para celebrar. Bueno, dije, pero lugar inadecuado este para anticipar la celebración de los cumpleaños ¿no te parece? No, contestó ella. Es algo fuera de lo común. Bueno, pensé yo, brindemos entonces, sin discusión.
    
    Y nos quedamos ahí, bebiendo vino y charlando de todo un poco. Me dijo, viendo que tenía mi PC sobre el escritorio, que quería ver nuestras fotos picantes, así que ubiqué los archivos y empezamos a repasar varias de las fotos que se habían tomado en el pasado. Y, en esa actividad, y bebiendo vino, se fue pasando el tiempo. Ella, pensé yo después, tenía todo preparado, porque una vez acabamos la botella de vino, no tuvo reparos en sacar una nueva botella. ¿Cuántas botellas trajiste? Pregunté. Cuatro, respondió. No son muchas, continué. No… apenas. Apenas, ¿para qué? Me pregunté a mi mismo…
    
    Estábamos solos en mi oficina, siendo las nueve de la noche, y estando el edificio casi vacío, cuando, de repente, alguien golpeó a la puerta. Yo abrí. Era Rodolfo. Hola, jefe, dijo. Vi luz en su oficina y quería comprobar si era que se habían ido sin apagarla. No, contesté… Estamos aquí. Hola, dijo mi esposa, viéndolo en la entrada. ¿Te tomas un vinito? Se apresuró a convidar al muchacho. Bueno, no sé, jefe… dijo, mirándome… Pasé, dije, y cerré la puerta tras él. Ella cumpleaños mañana y estamos anticipándola celebración. Ah, bueno, ¡qué pena!
    
    Mi esposa sacó otra copa y le sirvió vino al recién llegado. Entonces, pensé, esto como que no es casualidad. Rodolfo, tomó la copa y se sentó al lado de mi esposa, quedando ambos frente a mí, que me senté en mi puesto, detrás del escritorio. Y, apurando el vino, ella empezó a preguntarle a Rodolfo cosas de su vida, obra y milagros. Y él, sorbo tras sorbo, se iba sintiendo más en confianza y empezaba a hablar y a comportarse con más soltura y confianza.
    
    Ya ...
«1...345...»