1. Cuerpo caritativo


    Fecha: 15/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: bnwocuck, Fuente: SexoSinTabues30

    ... se daba cuenta de las intenciones del huésped indeseable, quien lo le quitaba la mirada de las gordas nalgas de su novia, incluso cuando Ana volvió con un café, no dejaba de mirar los pechos de la muchacha que por poco se escapaban de su bata al inclinarse. A ella le daba un poco de vergüenza pero a la vez tenía mucho miedo de juzgarlo.
    
    Se sentaron los 3 a calentarse mientras Inzuki les contó su historia a pedido de la muchacha. Él es un inmigrante africano que vive en España hace 5 años y la vida no le fue fácil, no podía conseguir empleo y no tenía otra opción que vivir en la calle debido a la falta de oportunidades. O eso era lo que ellos creyeran, en realidad Inzuki era traficante de mujeres y tuvo que huir de su país natal o sería encarcelado de por vida, pero bajo ninguna circunstancia podía contarles eso. Al terminar su relato les pidió si por favor podía dejarlo quedarse durante la noche, aunque sea en un rincón para protegerse del frío. La muchacha asintió sin pensarlo, pero David le pidió que lo acompañara a la cocina donde discutieron.
    
    David intentó hacerla entrar en razón, después de todo era un extraño y dejarlo en la casa mientras dormían era un peligro para ellos dos. Pero Ana se puso firme al punto de ganarle por cansancio. David fue a comunicarle a Inzuki que podía usar el sillón por esa noche y solo por esa noche, pero al otro día debía irse y buscar otro lugar. El vagabundo aceptó la oferta, pero decidió tentar a la suerte y presionar un poco más. Se quejó de que sus ropas estaban desgastadas y malolientes, le harían un favor si la lavaran y le prestaran ropa nueva. David se excuso diciendo que no podía lavar porque eran altas horas de la noche y que no tenía ninguna prenda que pudieran prestarle debido a su enorme envergadura. Ana se contuvo y en vez de reprenderlo le dirigió una mirada acusadora, para luego cambiar su expresión cuando miró a Inzuki, usando su clásica mirada dulce y cálida.
    
    El muchacho ya al borde de la ira fue hasta su habitación y volvió con la bata más grande que tenían, la cual no estaba seguro de si sería suficiente para taparlo.
    
    El vagabundo se metió al cuarto de baño y le dio sus ropas malolientes a la muchacha que se dirigió al lavadero. Arrugo un poco la nariz mientras iba metiendo las prendas en la lavadora una a una, pero una vez más no quería juzgarlo después de todo lo que había sufrido. Le llamó la atención como sus boxers estaban gastados en la zona genital, como si contuviera algo grande en ellos. Si bien olía mal, el hedor no era tan malo a medida que lo sentía. Era como cuando ella olía sus propios gases, un olor pútrido al cual se termina acostumbrando y hasta incluso termina gustando.Miro que no había nadie a la vista y hundió su nariz en los calzones del vagabundo. Nunca se había sentido de esa manera, el hedor la tenía hipnotizada, un placer recorrió toda su espina dorsal. No se dio cuenta que su entrepierna empezaba a calentarse y humedecerse.
    
    David fue por unas cobijas y ...
«1234...7»