La casa de las flores.- Tercera parte - Relatos Eróticos

La casa de las flores.- Tercera parte

La casa de las flores

Tercera parte

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- Tiene toda la razón Petunia, - razono Rosa – Debemos olvidar este episodio y volver a nuestra vida como si no hubiese ocurrido. Vamos a arreglarnos y os invito a cenar, celebramos que han vuelto las dos hermanas mayores y hasta podemos brindar por el cumpleaños de Narciso que es pasado mañana.

Así lo hicieron todos, y cada uno se fue a su habitación a cambiarse de ropa para hacer lo que la tía mayor había propuesto. ¿Pero estarían todos dispuestos a cumplir lo que Rosa había propuesto? ¿Serían capaces de que lo que había ocurrido quedase en el olvido? ………

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Media hora más tarde estaban todos arreglados para ir a cenar, y Petunia les dijo que posiblemente iban a ir a cenar a una bodega que colaboraba con sus abuelos, y que aprovechaba la flota de transportes que tenían las empresas de la familia para hacer sus envíos. Había hablado con los abuelos paternos para decirles que ella y Violeta ya estaban de vuelta, y el abuelo le había dicho que en la bodega les habían preparado una degustación de los nuevos vinos que querían empezar a comercializar, y para ello habían preparado una cena para los dos matrimonios mayores en la propia bodega, pero que ya que ellas estaban de vuelta, mejor fuesen ellas y sus tías, ya que no les apetecía cenar en demasía, que dada su edad luego les sentaba mal.

En ese momento sonó el móvil de Petunia, y tras hablar un par de minutos dijo:

- Era el abuelo. Me ha dicho que como a partir de ahora Violeta y yo tenemos que empezar a tomar el control de las empresas, cosa que al parecer ya les ha comentado a los dueños de la bodega, lo mejor es que en lugar de ellos cuatro vayamos nosotras dos y las tías, e incluso sus otros tres nietos, ya que así se lo he pedido. Pero creo que no habrá ningún problema que en lugar de siete seamos ocho y se puede venir Hortensia sin ningún problema.

- Entonces vamos en el coche nuevo, - dijo Violeta – como es un vehículo de siete plazas cabemos los ocho sin problemas, pero que lo lleve alguna que esté dispuesta a no beber vino, a pesar de cenar en una bodega, porque que yo pienso hacer una cata a conciencia.

- De momento lo llevare yo, - dijo Petunia – a la vuelta ya veremos quien de todas esta menos perjudicada, y digo todas porque Narciso no tiene carnet, ni tampoco va a beber vino.

- Coño, con la hermana mayor, nos ha salido marimandona. – se quejó Narciso – Una copa por lo menos si podre tomarme, digo yo.

- Bueno, si te portas bien, una o incluso dos. – le sonrió maternal su hermana mayor – Ya que parece que te has convertido en todo un “hombrecito”.

Por fin se acoplaron en el monovolumen y se dirigieron a la bodega que estaba a unos ocho kilómetros del pueblo, y allí el encargado de las instalaciones, al que los dueños le habían encomendado de que preparase el ágape, los atendió con enorme amabilidad, y les sirvieron una cena fría, primero con una ensalada variada y después con embutidos de ...