1. Aventura con la veinteañera del gimnasio (Parte I)


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Escriba de todo, Fuente: CuentoRelatos

    ... quedarme más tarde de lo que debía solo para hablar con ella o acompañarla hasta casa. Era fresca, divertida, descarada y con un punto de malicia que me volvía loco. Además, la ropa ceñida que siempre usaba sumado al calor de su cuerpo juvenil y prohibido la volvía tan irresistible que al volver a casa siempre iba con una erección de caballo que no bajaba hasta que me masturbaba furiosamente en el baño. La situación llegó a tal punto que los domingos, cuando me acostaba con Alicia, era la cara de Nuria la que veía en lugar de la suya, y solo conseguía excitarme pensando en ella. Eventualmente hasta dejé de acostarme con mi mujer y debo confesar que a ninguno de los dos nos importó. Nos queríamos, pero la pasión había muerto.
    
    Nuria y yo, por el contrario, parecíamos cogernos confianza a pasos agigantados. Poco importaba que ella tuviese veinte años y yo cuarenta y nueve, quedábamos a tomar un café antes del gimnasio, entrenábamos juntos y después por la noche la acompañaba andando hasta casa mientras ella se colgaba de mi brazo y bromeaba conmigo como si fuese uno de sus amigos más jóvenes. Cada día esperaba con ansias encontrármela en el gimnasio y ya no me cortaba a la hora de mirarla mientras se ejercitaba.
    
    Los meses pasaron hasta que un día, vísperas de las vacaciones de Navidad, cuando la acompañaba hasta su casa sugirió que pasásemos por un parque cercano a su domicilio. A esas alturas ya solo pensaba en pasar más tiempo con ella, y el ceñido vaquero que se había puesto ese día hacía que verla caminar fuese una delicia, ya que sus nalgas se movían de una forma sensual e hipnótica. Paseamos cogidos del brazo por el parque, se mostraba inusualmente callada y me temí que algo malo pasase o que fuese a afear mi conducta hacia ella, ya que no cesaba de comérmela con los ojos a la mínima oportunidad.
    
    — Juan Luis… tengo algo que decirte.
    
    — Bueno Nuria, dime, supongo que somos amigos y tenemos confianza —. Ya estaba convencido de que lo que quería era pedirme que dejase de mirarla como lo hacía.
    
    — Sé que nuestra amistad es rara, y más por la diferencia de edad, pero… — Hizo una pausa mordiéndose el labio, sus preciosos ojos azules se clavaron en los míos y levantó esa carita de duende. — Creo que estoy enamorada de ti.
    
    Me quedé en silencio, completamente pasmado. Sí que era cierto que teníamos mucha confianza, pero pensaba que me veía más como a un padre o un tío soltero que como a un posible romance. Me cogió las manos y toqueteó mi anillo de compromiso, haciendo que girase en mi dedo. Miré sus manos en las mías y sentí que una erección se abría paso en mis pantalones, presionando y pulsando. Siguió hablando con voz de profunda tristeza y empezó a sollozar.
    
    — Entiendo que estás casado, así que no te preocupes, no intentaré nada ni haré nada. No quiero estropear tu matrimonio, así que siempre me portaré como siempre…
    
    No la dejé seguir. La empujé contra un banco y sentándola en él la besé con pasión. Mi polla presionaba mis ...
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