1. Aventura con la veinteañera del gimnasio (Parte I)


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Escriba de todo, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando llevas muchos años de matrimonio digamos que las cosas comienzan a ir cuesta abajo en la cama. Siempre he querido mucho a mi mujer, desde que la conocí supe que era la mujer con la que quería pasar mi vida. Es atenta, lista, divertida y mi mejor amiga, pero nos casamos cuando los dos teníamos veinte años y ahora, con casi cincuenta, las cosas no son lo que eran.
    
    Al empezar a salir las cosas nos iban muy bien en la cama. Tanto Alicia como yo siempre hemos sido muy activos sexualmente y nunca hemos pasado por periodos de sequía… hasta llegar a los cuarenta. No fue algo que notásemos al principio, simplemente se nos fueron apagando las ganas hasta llegar a un punto donde el sexo se volvió monótono, rutinario y desapasionado. Nos tirábamos en la cama los domingos y tras veinte minutos de toqueteos y un par de movimientos dábamos por concluido el tema. Para cuando nos percatamos de la falta de pasión estábamos tan embebidos por la rutina que no pudimos hacer nada por modificarla.
    
    La falta de apetito con mi mujer nunca ha afectado a mis deseos generales, de hecho, el no poder satisfacerme con ella solo aumentó mi libido. Me pasaba el día cachondo y pensando en todas las cosas que haría a las mujeres con las que me cruzaba, tanto en casa como en el trabajo. De hecho, mi ardor subió tanto que comencé a masturbarme como en mis tiempos de adolescente. Desesperado por reducir mis ganas me apunté al gimnasio para quemar energía y ponerme en forma.
    
    Digamos en confianza que no fue la decisión más brillante que tuve, aunque sí me puse en forma. ¿Por qué digo entonces que no fue una decisión brillante? Porque me pasaba el día rodeado de jovencitas atractivas, de cuerpos esculturales y con ropa ceñida que dejaba poco o nada a la imaginación. La calentura era tal que tras terminar mis ejercicios tenía que ir a una de las duchas individuales para poder cascármela a gusto, con la imagen de alguna de esas veinteañeras haciendo deporte.
    
    De entre todas ellas, había una que ocupaba mis fantasías con más fuerza que las demás. Se llamaba Nuria y era todo lo contrario a lo que había sido mi mujer de joven. Alicia siempre había sido rubia, bajita y de piel clara, con unas tetas rellenas y firmes, pero nada del otro mundo y un culo pequeño. Nunca había sido especialmente escultural, pero me enamoré de ella y su personalidad fue suficiente. Nuria por el contrario era una belleza de piel morena y espesa melena negra que normalmente llevaba recogido en una cola de caballo alta y firme. No alcanzaba mi metro noventa, pero sí estaría en un metro setenta y cinco más que aceptable. Sus pechos eran firmes, grandes y turgentes, su cintura estrecha de avispa, nalgas redondas y elevadas y piernas bonitas y bien torneadas.
    
    Solíamos coincidir ya que ambos íbamos al gimnasio por la noche. Siempre éramos los mismos cuatro gatos a esas horas por lo que terminamos estableciendo algo parecido a la amistad. Nunca pensé en que pasase de ahí, pero poco a poco comencé a ...
«1234...10»