Las casadas son honradas hasta que las desatienden
Fecha: 04/05/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
... con mis dedos mientras nos comíamos las bocas. En un momento dado se me quedó mirando y me dijo:
-¡Qué lindo eres!
Yo le dije:
-Nunca pensé que podría estar así contigo. Te veía tan...
Me leyó el pensamiento.
-Las casadas somos honradas hasta que nos desatienden. Mete y saca los dedos más aprisa y aprieta hacia delante con más fuerza.
Hice lo que me dijo y poco después sus piernas se apretaron una contra la otra y comenzaron a temblar. Su coño apretó mis dedos y mirándome con los ojos vidriosos, me dijo:
-Me estoy corriendo.
Sentí su coño apretar y soltar mis dedos mientras se corría. Su cabeza estaba echada haca atrás y jadeaba cómo una perrita. Fue muy dulce ver cómo disfrutaba.
Al acabar de correrse me besó con ternura, luego volvió a la cama. Me eché a su lado. Boca arriba, me dijo:
-Ya sabes masturbar a una mujer. Ahora te voy a aprender a jugar con mis tetas y a comerlas -agarró las tetas por debajo-. Las agarras y las aprietas sin fuerza -las apretó-, luego lames los pezones, las areolas y después las chupas.
Cogí sus tetas medianas y blandas con areolas rosadas y pezones pequeños, las sujeté, las magreé y luego mi lengua luchó con sus pezones. Estuve jugando con ellos un par de minutos, o algo más, dejé de hacerlo cuando me dijo:
-Lame las areolas.
Lamí las areolas hasta que me dijo:
-Ahora magrea las tetas y mama.
Me harté de comer tetas, ya que me hizo dar varios repasos para que aprendiera bien la lección.
-Ya estoy otra vez cómo una moto -dijo... Ahora te voy a enseñar a comer un coño. Mete tu cabeza entre mis piernas.
Me puse en posición. Abrió el coño con dos dedos y vi flujos en cantidad.
-Lame de abajo a arriba y trágate mis jugos.
Lamí y me quedó la boca pastosa. Tragué los jugos y volví a lamer hasta que quitó los dedos y me dijo:
-Abre tú mi coño cómo hice yo.
Le abrí el coño con dos dedos, ella señaló un labio vaginal con un dedo.
-Lame este labio.
Se lo lamí hasta que me señaló el otro. No hizo falta que me dijera nada. Le lamí el otro labio, hasta que me dijo:
-Lame los dos juntos.
Sus palabras eran órdenes para mí. Lamí los labios cómo si estuviera lamiendo un helado, y cómo un helado comenzó a derretirse entre gemidos, y entre gemidos, me dijo:
-Ahora mete y saca la lengua de mi coño.
Se la metí y se la saque hasta que me dijo:
-Ahora mete y saca tu lengua en mi coño y después lame los labios hasta que yo te diga.
Le metí la lengua en el coño varias veces, le besaba un labio unas cuantas veces, le volvía a meter a lengua varias veces, le lamía el otro labio, le volvía meter a lengua varias veces, le lamía los dos labios al mismo tiempo, le volvía a meter la lengua en el coño... Al rato, entre gemidos, señaló con un dedo el clítoris, y me dijo:
-Lame aquí con la punta de la lengua de abajo a arriba y sin presionar.
Lamí cómo me dijo.
-Ahora posa la lengua sobre él, y después aprieta y sigue lamiendo.
Hice lo que me dijo, al ...