1. Las casadas son honradas hasta que las desatienden


    Fecha: 04/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... que tenía una buena raja. Se me puso la polla dura. Sara volvió a taparse con la toalla, y le dijo a la niña:
    
    -Mala.
    
    La niña no sabía lo que significaba la desnudez de su abuela delante de mí, y le dijo:
    
    -Yaya, guapa.
    
    Luego la niña vino a mi lado y quedó mirando para el plato. Eso era lo que le quería decir a la abuela, que quería comer. Le puse el plato delante, cogió una patata frita y después le volvió a dar la mano a la abuela. Solo quería una patata, y por una patata la había montado gorda, bueno, gorda, lo que se dice gorda quedó mi polla.
    
    Como si nada hubiese ocurrido, me dijo Sara:
    
    -Buenas noches, Enrique.
    
    Debí decirle que lo eran, que eran muy buenas y que aún serían mejores si echábamos un polvo, pero le dije:
    
    -Buenas noches señora Sara.
    
    Sara y su nieta se fueron.
    
    Sara era un poco más alta que yo, debía andar en los cuarenta años. Su cabello era corto y negro, sus labios gruesos, sus ojos marrones y de cara era del montón.
    
    Poco después en la cama de mi habitación, desnudo y con la música de la radio muy bajita, empecé a hacer una paja pensando en ella. Sara estaba durmiendo con su nieta en la habitación de invitados, que era la que estaba a lado de la mía haciendo esquina en el pasillo. Tres veces sentí como se movía en su cama mientras la meneaba. Me pregunté si ella también estaría sintiendo los ruidos que hacían los muelles de mi cama al acelerar los movimientos de muñeca. Me excité aún más pensando que los escuchaba... Pasado un tiempo e imaginando que mi polla se clavaba en su coño me corrí cómo un lobo. Solo me faltó aullar.
    
    Al acabar me quedé quieto sobre la cama, boca arriba, tirando del aliento y con leche en mi mano derecha, en mi pubis y en mis huevos.
    
    Voy a decir cómo era yo por aquel entonces. Medía un metro setenta y no era guapo ni feo, tenía una melena de cabello negro que me llegaba a los hombros y patillas muy largas. Tenía buenos pectorales, bíceps, tríceps... Tenía cuerpo de gimnasio, aunque nunca lo pisara ni tuviera tableta cómo los que van a él, pero si añadimos a lo de antes que era ancho de espaldas y que tenía un culo redondo y duro, pues no estaba mal.
    
    Pero volvamos al turrón.
    
    Sentí pasos bajando las escaleras, después sentí ponerle el seguro y la cadena a la puerta de la casa. Los pasos volvieron a subir. Se abrió la puerta de mi habitación, habitación que al tener las cortinas sin correr se iluminaba con la luz de la calle. Apareció Sara en el umbral de la puerta vestida con una combinación de seda, larga y transparente. En el umbral de la puerta cogió una asa del camisón, me miró y me peguntó:
    
    -¿Lo quitó?
    
    -Quita.
    
    Quitó el camisón y desnuda caminó contoneando las caderas hasta llegar a mi cama. Vio la leche de mi corrida en mi pubis y metiéndose en cama, dijo:
    
    -¿Eso lo provoqué yo?
    
    -Sí.
    
    Me cogió la polla, que se había empalmado al verla desnuda, y meneándola lamió la leche de mi pubis, de mis huevos, de mi mano y después me mamó la polla. Mamaba ...
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