1. Su profesor particular (capítulo III): El acuerdo


    Fecha: 04/05/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos

    ... ¿O es que prefieres que me vaya?”
    
    Tomás se acercó y comenzó a besar los glúteos de Elena.
    
    “¡Espera! ¡Te he dicho que antes me tienes que rogar que te deje lamer mi culo!”
    
    “Por favor, perdóneme, Elena. De verdad siento como la traté en mi despacho. Perdóneme y acepte venir a vivir conmigo. La atenderé como una reina. Necesito su presencia, sus pies, su olor. Necesito someterme a usted, señora. No cambiaría eso por nada. En su presencia, no soy más que su humilde servidor, su perro. Le suplico que me deje lamer su culo. Se lo ruego”.
    
    Elena separó sus nalgas mostrando su orificio.
    
    “Eso está mucho mejor… Vamos, profesor, déjate de tanta cháchara. Muéstrame tu arrepentimiento y tu sumisión lamiendo bien mi ano. ¡Ah! ¡Una cosa! Ni se te ocurra pasar tu lengua por otra parte que no sea mi trasero”.
    
    A pesar de lo excitado que estaba y de sus fantasías de sumisión, la idea de arrodillarse y lamer un ano de verdad era algo difícil de asumir. Hacerlo sería degradarse del todo ante su alumna, perdiendo su dignidad. Sin embargo, no podía quitarse de la cabeza sus preciosos pies. Lo cerca que había estado de ellos sin poder llegar a besarlos todavía. Sabía que, si no tenía más remedio, iba a acabar lamiendo aquel trasero, precioso por otra parte.
    
    -“Señora”, protestó sin mucha convicción. “¿Es necesario esto?”.
    
    -”No me lo puedo creer””, exclamó Elena. “¡Me voy!”
    
    Entonces sintió la lengua de Tomás lamiendo su culo. Al principio, eran suaves lametones a lo largo de toda su raja. Tomás pensó que no era tan terrible como se había imaginado. De hecho, al momento, se excitó tanto haciéndolo que usó sus manos para abrir más las nalgas de Elena, y comenzó a lamer con total entrega. En ese momento ya no existía nada más en el mundo que poder servir y someterse a aquella diosa. De ahí venía su excitación, no tanto de lamer su culo sino de la dulce sumisión y servicio a su preciosa alumna: un sueño que había tenido desde niño y que nunca se había atrevido a cumplir. Se sumió en la situación con un dulce abandono.
    
    Mientras Tomás lamía y lamía, introduciendo ahora la lengua en su esfínter, Elena disfrutaba de la situación de tener a uno de los catedráticos más reconocidos en su especialidad, totalmente sometido, lamiendo su culo como si le fuera la vida en ello y dispuesto a hacer todo lo que ella quisiera. Se había excitado mucho con esa sensación de poder. Estuvo a punto de pedir a Tomás que dejara su culo y empezara a chupar su sexo ya mojado, pero no, no era conveniente entregar ya todo desde el primer momento. Tenía que ir dosificando a Tomás. 
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