1. Su profesor particular (capítulo III): El acuerdo


    Fecha: 04/05/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos

    ... por delante…
    
    Por otra parte, el beneficio económico no debería limitarse solo al alojamiento y a los gastos de alimentación, sino que quiero que incluyan ciertos caprichos: que me dé una cantidad periódicamente para compras, que me sorprenda con regalos de vez en cuando. Por ejemplo, cada vez que salga en uno de sus viajes de trabajo, esperaré un buen regalo a la vuelta. Sé que le pagan bien las conferencias y los cursos que imparte… En definitiva, este curso quiero estar como una reina. Creo que con este cuerpo y con estos pies me lo merezco, ¿no piensa usted lo mismo?”
    
    “Si está de acuerdo, no diga nada, simplemente, arrástrese hasta mi y bese mis zapatos. Esa será su aceptación”.
    
    Tomás, totalmente humillado, pero poseído por un incontrolable deseo, se tiró al suelo y avanzó arrastrándose hasta Elena hasta que alcanzó a besar sus zapatos. Una parte de él se resistía a degradarse de esa manera, pero ya no había vuelta atrás, no desde que había olido y saboreado su ropa íntima. El pensamiento de poder besar sus pies anulaba cualquier reticencia.
    
    “Muy bien, tenemos un trato. Ahora quítame el zapato.”, dijo Elena cruzando sus piernas, de modo que su pie derecho se balanceaba por encima de la cabeza de Tomás.
    
    Tomás se volvió a poner de rodillas y, con enorme delicadeza, como si estuviera manejando una valiosa y delicada obra de arte, retiró el zapato del pie de Elena. Al hacerlo, sintió un ligero olor, nada que ver con el de sus zapatillas de deporte y sus calcetines usados, pero el calor que hacía y el esparto de las alpargatas, había hecho sudar un poco sus pies y éstos desprendían un ligero aroma. ¡Oh! ¡Cómo le gustaban esos pies tan perfectos! ¡Cómo deseaba poder lamerlos!
    
    Tomás colocó el zapato en el suelo y se inclinó para besar el pie descalzo por primera vez, su corazón palpitaba y él temblaba de emoción. Cuando sus labios casi rozaban el pie, Elena lo retiró.
    
    “No recuerdo haberle dado permiso para besar mi pie”. Cruzó ahora la pierna izquierda sobre la derecha.
    
    “Quíteme el otro zapato. ¡Nada de besar mis pies!”.
    
    Tomás le retiró el otro zapato y lo colocó en el suelo.
    
    “Ahora trae mi mochila. Al fin y al cabo, para eso vine, ¿no?”. Tomás fue a buscar la mochila y se la fue a entregar a Elena”.
    
    “¿Ya has olvidado lo que te dije sobre que me gusta ser dominante? Cuando te dirijas a mi, espero algo de respeto, arrodíllate, por favor”.
    
    Tomás se arrodilló rápidamente y avanzó de rodillas hasta Elena, entregándole su mochila.
    
    “Aquí tienes tu mochila”.
    
    Una bofetada retumbó en la cara de Tomás.
    
    “Tomás, no me gusta la violencia, pero a veces, hay que dejar las cosas claras: no recuerdo haberte dado permiso para tutearme. Recuerda que, desde ahora, nuestra relación se basa en la jerarquía y yo, por supuesto, estoy por encima de ti”
    
    “¿Queda claro?”.
    
    -“Sí, señora”. Respondió Tomás mientras acariciaba su dolorida cara.
    
    -“¡Ja, ja, ja!”, río Elena. “Eso está mejor. Veo que aprendes con rapidez. Mejor para ...