1. Festejo de cumpleaños


    Fecha: 03/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos

    ... seguramente ya enviaste a tu ahijada por el correo electrónico –dije y él se rio, asintiendo con la cabeza.
    
    –Por lo visto, él no sabe que lo quieres desenvuelto para regalo… –dijo moviendo negativamente la cabeza.
    
    –No, enterarlo y convencerlo también es parte tuya, si me quieres festejar….
    
    Volvió a sonreír, me besó muy rico mientras que levantó mi falda y, haciendo a un lado la pantaleta, me metió un dedo en la pepa que se me empezó a inundar con el mimo tan romántico. Al terminar de besarme, sonriendo, se lamió el dedo reluciente de baba y dijo “¡Rico!”, antes de salir.
    
    Cuando regresó le pregunté sobre lo que habían acordado. “No es tan fácil sin Adriana, pero sí conmigo, una noche. Lo meterías en problemas”, me señaló. Yo me entristecí y Saúl continuó hablando.
    
    –Le dije que le hablara con franqueza a su mujer, ya que ella sí lo deja cogerte con frecuencia, pero esta vez se trataba de festejar tu cumpleaños y le precisara que “después, si ella quisiera, se lo festejamos nosotros”, contigo o sin ti.
    
    –¡Qué chistositos! –dije enojada, pero suponiendo que podría ser una broma, ¿o no?
    
    A los pocos días me habló Eduardo y, después de los intercambios de saludos, me preguntó “¿Qué día quieres tu festejo?” Me quedé pensando en que quizá podría haber problemas.
    
    –Cuando no te cause problema con Adriana –contesté.
    
    –Ella no se opone, pero me echó en cara que te estás volviendo más promiscua ya que antes te los echabas de uno en uno, a veces tres el mismo día, pero nunca juntos. –dijo citando las palabras que yo decía hace muchos años ante los reclamos de mis amores.
    
    –¿Ella supo que estuvimos en tu casa festejando mis Bodas de Oro? –pregunté, a sabiendas que seguramente Eduardo se lo contó.
    
    –¡Claro!, ella misma aceptó ir a la casa de su hermana para pasar con ella el fin de semana en San Juan del Río esa vez para no importunar y dejó instrucciones a la servidumbre sobre cómo preparar lo necesario de viandas y hacer mutis cuando yo se los indicara. Por eso, esta vez hizo el comentario sobre la promiscuidad.
    
    –¿Entonces está de acuerdo en que duermas acá esa noche? –pregunté.
    
    –Sí, aunque no le pareció la idea de no participar…
    
    –¡Qué celosa! –exclamé pensando en que me tiro a su marido y no se opone, porque ese fue parte del acuerdo que ella tuvo con Eduardo para que éste aceptara casarse, pero entonces me “cayó el veinte” y entendí que ella desea a Saúl, y que quizá mi esposo le corresponda…
    
    –Sí, ya lo sabes, y no creo que se deba a mí. Pero le dije que, si ella quería podía invitar a alguien para que yo la festejara también así –comentó y recordé que esa era la propuesta que le dijo Saúl a Eduardo–, y la descarada me preguntó “¿Puede ser con alguien de mi edad o más joven?”
    
    –¡Zape! ¡Desvergonzada! ¡Tiene a alguien más y tú no lo sabes! –exclamé airada de que la “mosquita muerta” fuera tan puta.
    
    –¡Ja, ja, ja! ¿Y qué, si lo tiene? La menos indicada para juzgarla eres tú –me dijo burlonamente.
    
    –… –me tapó la ...
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