1. La criada se dejó follar pero luego...


    Fecha: 15/03/2019, Categorías: No Consentido Autor: Zorro Blanco, Fuente: TodoRelatos

    ... su glande la abriera un poco más y penetrase un poco más adentro.
    
    Le entró hasta los huevos, chocándose estos con los pelillos de su sexo, con toda ya metida dentro. Entonces el oso bufó y comenzó una rápida fornicación.
    
    Graciela se vio zarandeada por el señor, sintió su barriga en su culo, chocando con cada embestida y aunque su verga era como la de su hijo, no así su barriga que era prominente y escandalosa.
    
    Deseo pensar que era Gabriel quien estaba detrás suyo embistiéndola de aquellas maneras, pero no surtió efecto, pues el oso gruñía con cada embestida y bufaba en su oreja, cuando se echó con toda su barriga en su espalda y cogido de sus hombros empujó con fuerza hasta metérsela lo más profundamente que pudo.
    
    Luego le abrió el vestido por delante y sacó sus tetas sobre la mesa, agarrándolas con ansia y pellizcándole los pezones hasta hacerla un poco de daño, mientras sus estocadas se sucedían una tras otra implacables, llegando hasta el tope de su sexo abierto.
    
    Por suerte para la criada, la follada fue intensa pero corta y el señor, con ella metida desde atrás no duró mucho, un par de minutos quizás. Como las folladas de su hijo el día anterior, se corrió en el interior de su peludo sexo y arremetió con tremendas ganas mientras lo hacía permitiéndose incluso lamerle el lóbulo de la oreja.
    
    Sintiendo que terminaba Graciela respiró aliviada, pero la follada se prolongó aún un rato, pues el cerdo que tenía a su espalda se recreó con ella dentro y siguió follándola con menos ímpetu pero sintiendo aún el roce de su verga en su concha abierta.
    
    –¡Hum Graciela! ¡Qué buena follada! ¿No le ha parecido? –se preguntó el señor sudoroso mientras extraía de su bolsillo un pañuelo de tela para secar el sudor de su frente.
    
    Graciela no quiso dar respuesta, simplemente sintió que su verga salía de su sexo y sintiéndose además liberada de su peso, se agachó y echó su carga de leche al suelo.
    
    –¡Eso es Graciela! ¡Te lo he rellenado de leche! ¿Te gusta? –dijo socarrón el señor allí presente.
    
    Graciela se quitó el delantal blanco de su uniforme negro y limpió primero su sexo y luego el suelo.
    
    –¿Me puedo ir ya? –preguntó levantándose y subiéndose sus bragas y sus pantis negros.
    
    –¡Sí, sí, puede usted marcharse! Y no se preocupe, que la recompensaré con un extra a final de mes.
    
    ¿Un extra? –pensó Graciela para sus adentros–. No había paga suficiente para soportar a aquel gordo follándola desde atrás. Aunque su minga fuese parecida a la del hijo, este era guapo y joven, apuesto, nada que ver con lo que se había convertido su padre.
    
    Graciela asió del despacho como una exhalación y entró a uno de los baños a lavarse profusamente su sexo, quería limpiarse de toda la leche que le había echado aquel cerdo depravado.
    
    Entonces entró en la cocina y vio allí a Paca, de nuevo con su uniforme estaba limpiando donde ella lo había dejado.
    
    –¡Paca! ¿Estás ya mejor? –preguntó alarmada Graciela tras ser follada por el señor.
    
    –¡Oh si ...