1. Virgen a los 40


    Fecha: 02/05/2019, Categorías: Hetero Autor: Hansberville, Fuente: TodoRelatos

    ... comencé a desnudarme ante su atenta mirada.
    
    Era la primera vez que estaba ante un hombre desnudo. Miró fijamente mi polla erecta y alargó su mano para cogérmela. Su mano era suave y la movía con delicadeza. Le pedí que me la agarrase fuerte. Ella notó la tensión y el calor sobre el tronco mientras el capullo sobre salía por arriba y se volvía violáceo por la presión:
    
    -Te voy a follar Esther.
    
    Ella se ruborizó:
    
    -Ten cuidado, aún soy virgen
    
    Me coloqué un condón sobre el capullo y comencé a desenrollarlo por el tronco. Estaba ansioso por follar. Hacía más de un año que no tenía sexo. No recordaba la última vez que lo hice con mi mujer. Tenía unas ganas terribles y ante mi una mujer virgen. Me sentí algo presionado.
    
    Esther se mantuvo en el sofá boca abajo, le pedí que abriera las piernas y le volví a lamer el coño. Sus flujos no tardaron en lubricar la vagina. Me tumbé sobre ella y la besé. Se notaba muy tensa. Le susurré que sería delicado. Con la cabeza de la polla estuve jugando en la entrada de su vagina. Separaba los labios haciendo pasar el capullo entre ellos. Lentamente fui penetrándola. Sentía que su raja era muy estrecha y seguí presionando. La mujer se quedaba y decía que no iba a poder.
    
    La besé de nuevo y seguí haciendo fuerza hasta lograr que mi capullo se introdujese entre sus labios. Un golpe de cadera seco y rompí la barrera. El veterano himen se rasgó para siempre acompañado de un grito de la mujer. Era increíble como apretaba el coño sobre mi polla.
    
    Dejé pasar unos segundos antes de volver a empujar y calzársela entera. Un grito de ella anunció que había dejado de ser virgen. Yo en cambio resoplé de satisfacción al volver a sentir la inigualable sensación de penetrar un coño. Lentamente comencé a moverme dentro de Esther. La estrechez de su conducto vaginal provocaba una fricción máxima de mi polla contra los pliegues de su coño que le provocaban un dolor que fue transformándose en placer.
    
    Poco a poco fui aumentando el ritmo de mi follada hasta sentir que un calambre recorría mi columna, mi musculatura se tensó y sentí que me corría. Grité de placer acompañando a Esther que hacía lo mismo al alcanzar otro espectacular orgasmo.
    
    Nuestros cuerpos estaban perlados por gotas de sudor. Caí sobre ella. Nuestra respiración era acelerada. Esther me abrazó y susurró un agradecimiento. Mi polla, poco a poco, fue deshinchándose dentro de su estrecha raja hasta salirse. Me retiré el condón que tenía una gran cantidad de leche:
    
    -Me hubiese gustado que te corrieses dentro de mi
    
    Yo la miré y sonreí antes de besarla. Aquella noche dormimos juntos aunque no volvimos a hacerlo otra vez. Por la mañana, muy temprano, Esther se levantó y se marchó. Me ofrecí a llevarla a su casa pero declinó la invitación. No sé si volveremos a vernos, desde luego no creo que esto sea el comienzo de una relación. Solamente ha sido un polvo por necesidad mutua. 
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