1. Mi Vecino maduro me convirtió en su puta - Parte 5


    Fecha: 01/05/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Saryta29, Fuente: TodoRelatos

    ... pensamientos:
    
    Ginés debió de comprender algo, porque esbozó una sonrisa y nos franqueó el paso.
    
    Entramos al bar. Era un bar…pequeño, apenas 6 mesas. Una barra, que ocupaba casi todo el bar, en un lado. Las 6 mesas, enfrente. En la esquina contraria a la puerta, una máquina de tabaco y una máquina tragaperras de “videojuegos”.
    
    Pude ver, en la barra, unos boles con aperitivos. Unos platos de aceitunas. Y cervezas. Muchas cervezas.
    
    Sin duda, Jaime, quería que Ginés viera como me estaba manoseando el culo. Yo, estaba ya, como loca. Y la noche, no había hecho más que empezar.
    
    Ambos amigos, rieron.
    
    Yo miré al cerdo de mi vecino…que reía..y asentía con la cabeza, a la par de quitaba su manaza sudada de mi culo. Yo, caminé sexy hacia donde estaba Ginés. Mi cara, sin que yo hubiera dado ninguna “orden”, emitía una clara y radiante sonrisa.
    
    Pude ver los baños y un poco más allá. Dos puertas. Una, que daba a la cocina y otra que me señaló Ginés. La bodega.
    
    La puerta estaba cerrada con llave. Supongo que Ginés no esperaba tener que abrirla aquella noche. Vi como buscaba, nervioso, unas llaves en su bolsillo. Sacó un manojo de llaves. Más nervioso aún, buscó la llave adecuada.
    
    Pude ver que, de sus muñecas, algo descubiertas de la camisa, al introducir las manos en los bolsillos, salía un montón de pelo.
    
    Joder!!! Este hombre es un auténtico oso!!. Pensé.
    
    Por fin, Ginés, abrió la puerta. Metió la mano y debió accionar el interruptor de la luz, porque, tras unos parpadeos, un fluorescente iluminó la bodega.
    
    Era pequeña, llena de cajas de refrescos, cervezas, unos ceniceros amarillos con las letras CINZANO en rojo, una nevera rota. Había humedades en las paredes y hacía un poco de frío.
    
    Ginés y yo nos miramos a los ojos. Bueno, él me miró un instante. Luego, clavó sus ojos en mis pechos. Yo sonreí y entré. Ginés, se quedó esperando en la puerta. Mirándome fijamente.
    
    Yo me quería morir. Estaba muy excitada. Puse mi mochila en el suelo y doblé mi cintura, ofreciéndole a Ginés una buena visión de mi culo, envuelto, aún, en los ceñidos vaqueros con los que había salido de mi casa. Abrí mi mochila y saqué mi vestidito de colegiala y un pequeño estuche de maquillaje.
    
    Ginés, atento, miraba. Yo, me incorporé. Le miré. Mi cara, sonreía. Aun más que antes. Vi como Ginés, abría la boca. Como se relamía.
    
    Empecé a quitarme la blusita que llevaba…sin dejar de mirarle. Aquello, me estaba poniendo muchísimo. Cada vez más. Y todo era gracias a Jaime. Y, hablando de Jaime, enseguida..oimos su voz.
    
    Intuí que Jaime, lo que pretendía era provocar el “efecto sorpresa”. Que me vieran aparecer, con el disfraz. Y ese “efecto sorpresa” incluía también al dueño del bar.
    
    Con fastidio, Ginés abandonó su posición en la puerta. Le vi desaparecer y escuchar un rumor de voces.
    
    Nerviosa, pero excitadísima, empecé a quitarme la ropa. Me dejé solo el minúsculo tanga, color amarillo, que me había puesto para salir de casa.
    
    El rumor de voces ...
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