1. Me cogen los amigos de mi marido en reunión


    Fecha: 28/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: AmaPelca, Fuente: TodoRelatos

    Soy una mujer de 30 años, casada, siempre fui muy activa, me gusta tener relaciones con muchos hombres y también con mujeres. Me llamo Angela, y mi esposo es Pablo, un poco lento en la vida y poco despierto sexualmente. Deben entender que me casé con él porque necesitaba sentar cabeza con un buen hombre, llevar una vida cómoda y tranquila, que, los malotes, con quienes siempre me gustó estar, no me puedo permitir. Si bien no tengo la mayor solvencia económica, el estar casada con él me da una estabilidad que no tendría si me hubiera quedado con alguno de los delincuentes con quienes llegué a relacionarme.
    
    Me gusta pensar también que mi marido es mi mecenas del sexo, es un concepto gracioso, el paga y yo lo hago. En alguna ocasión se me ocurrió pedirle que se quedara escuchando mis relaciones fuera de la recamara y lo hizo sin chistar, por dentro sentí un impulso fuerte para humillarlo más, me faltó poco para decirle que viniera a levantar nuestro desorden, pero para siguientes ocasiones sí le fui exigiendo que levantara, que metiera a lavar mi ropa, que atienda a los invitados, etc. eso bajo el marco en que también sale a trabajar para poder mantener la casa y darme mis gustos. Al principio le dije que quería estar atractiva para él, pero poco a poco le fui diciendo abiertamente que me compre ropa y lencería aunque él nunca llegaría a ver de qué se trata, lo hice comprar juguetes para dominarlo, incluso también juguetes para que algunos de mis amantes me sometan delante de él.
    
    Mi marido fue cornudo desde que lo conocí, me gustaba tenerlo cerca como algo seguro, alguien en quien confiar y apoyarme, pero nunca accedí a sus insinuaciones sexuales, me gustaba hacerme la santa o la ofendida para que se espantara y retrocediera un poco. Claro que después de eso yo iba a acostarme con uno que otro amigo con quien hubo historias previas. Por cosas de la vida Pablo siempre estuvo ahí y le fui dando un poco de lo que me pedía para cautivarlo, siempre quedó enganchado, y siempre pude jugar y manipularlo, hasta llegar a decirle, con todas sus letras, que era un verdadero cornudo, y que si quería seguir conmigo tenía que acceder a todos mis caprichos, si no, me iría y no volvería a verme. El pobre suplicaba de rodillas que no me fuera.
    
    - Ya sabes que hacer – lo miraba hacia abajo – tienes que cumplirle a esta hembra sus caprichos, y tienes que aceptar que yo no puedo vivir sin los hombres de quienes te hablé, yo soy como una esclava para ellos, pero ellos me hacen feliz, contigo, solamente, no puedo serlo.
    
    Pablo no dijo nada pero decidió quedarse. Así fue como la historia fue caminando. Me volví más descarada y aplastante con él, no tenía el menor reparo en exprimir todo su autoestima. Sin embargo también pude destacar sus virtudes como hombre responsable y cariñoso, atento, serio y educado, lo cual a mí me da lo que necesito como estabilidad social y económica, puedo ser una señora respetable ante los ojos de la gente, y ser la chica buena que su ...
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