1. La Libertad III_32: día 12_aperitivo... y comida


    Fecha: 18/07/2020, Categorías: Sexo Oral Autor: laualma, Fuente: TodoRelatos

    ... confundida entre el deseo, la vergüenza, el dolor y el placer, y cuando me empecé a correr pues ya solo pude gritar, mientras él me agarraba por la nuca y me escupía, “¡guarra!”, a la cara, y yo lloraba, lloraba y repetía te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, como una niña tonta.
    
    Recuerdo que durante todo aquel día estuve obsesionada con aquella paja de Pablo. Bueno, y con todo lo que vendría después, claro. Pero aquella paja… aquella paja marcaba un comienzo. Pablo nunca me había tratado así antes. Quiero decir, me había hecho de todo ya, bueno, me había hecho muchas cosas, y siempre había tenido un fondo violento y soez (que me encantaba), pero era niño, joder, era un niño… Y, de repente, aquella manera de meterme la mano… ufffff… la mano entera, que se dice pronto. Bueno, es verdad que él me estaba metiendo los cuatro dedos y la palma, mientras que su pulgar se quedó insoportablemente guiando, tocando y apretando todo desde fuera, pero es que así casi era hasta peor. Claro, luego fui entendiendo, Los masajes. Los que le habíamos hecho Nuria y yo aquella misma mañana, pero sobre todo el que Nur le había enseñado a hacer con mi coño. Joder, y mis pajas, que me acababa de pillar con toda la mano en el culo. Y las pajas de ellas, claro, también, que nos había estado espiando desde el minuto cero… y todas y cada una de las veces que nos había pillado follando, o las que directamente lo habíamos hecho sin cortarnos ya delante de él… Joder, qué putas. Y aquel cabrón pervertido aprendía, vamos que si aprendía, aprendía de todo y en cada momento. No conozco a nadie con su capacidad de aprender, todo, pero especialmente de sexo. Y su habilidad innata para ponerlo luego en práctica, era demoledora, pero es que además no se limitaba a copiar tal cual, no, el pequeño bastardo tenía una creatividad sin límites… y, cuando me puso allí empotrada contra la bañera, no se limitó a repetirme el masajito de Nur, ni mucho menos, no… sino que lo mezcló con lo que me acababa de ver hacer a mí, sazonándolo con aquella ira sexual suya, que cada vez resultaba más exageradamente desmedida y salvaje. Evidentemente, si yo estaba empezando a perder los nervios, él estaba completamente histérico ya a aquellas alturas. Lo malo es que para entonces era él quien tenía la sartén por el mango; o a su prima por el coño, lo que, para el caso, en ese preciso momento venía a ser más o menos lo mismo.
    
    Mis sucesivas y cada vez más explosivas corridas en su mano contribuyeron a apaciguar lo más mínimo sus ánimos. Más bien al contrario y, en realidad, tan solo accedió a sacarme la mano de dentro cuando no le quedó más remedio que reconocer que mi azotado cuerpo ya no iba a dar más de sí en aquella postura. Pero aquello no se había terminado para él, ni mucho menos. Yo ya lloraba rogándole que parara, que me dejara, pero él me ignoró, claro, y tal como estaba tampoco le costó nada empujarme y tirarme al suelo. Os recuerdo que yo lo tenía todo abierto y más bien dado de sí en ...
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