Soy una buena chica - Relatos Eróticos

Soy una buena chica

... encima.

Miro algo confundida la cara de quien se dirige a mí, su sonrisa nerviosa no acaba de convencerme y tampoco recuerdo haber visto ninguna obra cercana. Dudo.

- Pues… déjenme un momento que le digo a mi novio, la casa es suya y…

Digo esto, comenzando a girarme con la intención de llamar a Sergio desde la puerta, lo que sin duda es un error, ya que en el preciso instante en que me volteo y antes de que pueda empezar a coger aire para proyectar mi voz, el mayor de los tres, empujando casi bruscamente al más alto se acerca a mí y, envolviéndome desde detrás con un brazo, usa el otro para cubrir casi toda mi cara, impidiéndome proferir el más mínimo sonido.

Totalmente sorprendida, soy movida por el intruso mayor con tremenda facilidad, no en vano el debe medir como 30 cm más que yo y pesar bastante más del doble.

- Mira que te gusta montarte historietas, “largo” – Le oigo decir justo a mi espalda mientras deduzco que se refiere a quien había hablado hasta ahora – cierra la puerta chaval. – Remata sin aflojar la presa que me envuelve ni un instante.

Estoy totalmente acojonada. Poco puedo hacer sino intentar respirar por el escaso espacio, que los dedos que cubren mi boca y nariz me dejan.

Soy arrastrada casi en volandas y con poquísima dificultad hasta el salón. Los dos que no me sujetan, se mueven rápidos y estudian la sala buscando, no tardan en abalanzarse sobre Sergio en cuanto este, secándose la cabeza con una toalla, hace ademán de acercarse a la corredera del salón con el patio para interesarse (supongo) por quien llamaba a la puerta.

Sorprendido, a penas puede gritar un taco y no alcanza a defenderse cuando en un visto y no visto, entre los dos extraños le reducen. En la trifulca, ya en el suelo, veo como le golpean y al consigue a penas acertar algún manotazo inútil, antes de que un aspaviento fortuito haga que dé con dureza con su cabeza contra el suelo, quedando aturdido y definitivamente vencido.

Siento como el antebrazo duro y fuerte de mi captor, me envuelve la tripa, sujetándome casi en el aire. Siento su incipiente barriga, ceñida contra mi culete, mientras lagrimas de miedo y preocupación por Sergio le mojan la mano.

- “Largo”, vigila que no se espabile. Chaval, busca algo con que atar al tío ese.

Las instrucciones son concisas, sencillas, directas. Esta claro que está acostumbrado a darlas y los otros a recibirlas porque comienzan a moverse tal y como les dice. Por primera vez en unos instantes que casi he vivido como horas, siento que afloja el abrazo.

- Te voy a soltar chiquilla, espero que no hagas ninguna estupidez, quiero hablar contigo cara a cara ¿Entendido?

Soy incapaz de responder de ninguna manera.

- ¡¿Estás sorda?! ¿Qué si lo has entendido?

El miedo responde por mí, sacudiendo levemente mi cabeza de manera afirmativa.

Tremendamente lento, su brazo me suelta el contorno y sujetándome de una muñeca, como si de una niña a controlar se tratase, me deja respirar frente a él, ...