1. Mi odiosa madrastra, capítulo 11 + epílogo


    Fecha: 27/04/2019, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... para luego hundir mi verga de nuevo, esta vez un poquito más a fondo.
    
    Ahora me aferré a sus nalgas. Las estrujé. Estiré con violencia su piel tersa, mientras le enterraba una y otra vez mi poronga. Se la metí casi hasta la mitad, viendo las venas de mi miembro perderse en su culo. Pero cuando intentaba avanzar más, Nadia me golpeaba los muslos para indicarme que hasta ahí aguantaba.
    
    Me iba a quedar con las ganas de cumplir la fantasía de metérsela por completo, hasta que sintiera mis testículos. Pero qué más daba. Ver su hermoso cuerpo reaccionar al enculamiento que le estaba pegando, escuchar sus gemidos de placer que contenían una pequeña dosis de dolor masoquista, y oírla decir cada tanto, entre jadeos “Sí, haceme el orto”, era más que suficiente para que esa noche no se me borrara nunca de la memoria.
    
    La agarré de las manos. Hice que estirara los brazos hacia atrás, y agarrado de ellos, como si fuera la correa de la montura de un caballo, meneé mi pelvis, sin dejar de mirar ese precioso culo que estaba siendo violado por mi miembro.
    
    Desde el departamento de arriba alguien golpeó el suelo, como para advertirnos de que los ruidos que hacíamos —sobre todo Nadia al ser penetrada—, eran escuchados por ellos. Pero como es natural, nos importó un pepino. Al final, las malas lenguas del edificio confirmarían sus teorías: en ese departamento había una joven mujer que se acostaba con su hijastro. No quería imaginarme las mentiras que se desprenderían a partir de esa verdad, pero como dije, en ese momento no me importaba nada de eso. En ese momento sólo quería penetrar el culo de Nadia, y escuchar esos aullidos, mezcla de goce y sufrimiento.
    
    — Voy a acabar. Te voy a llenar el culo de leche. Te voy a acabar adentro —avisé.
    
    No me dijo nada, sólo se limitó a seguir gimiendo mientras recibía mis embestidas. Pero de todas formas no había sido una pregunta, sólo le estaba diciendo lo que iba a hacer. Tiré más de sus brazos. Sentí el calor en mi entrepierna. Largué un grito de guerra mientras el semen salía disparado adentro del trasero de mi madrastra.
    
    Nadia cayó rendida, ahora completamente apoyada en la cama. Yo solté sus brazos y, agotado, me desplomé encima de ella. Nos quedamos unos minutos así: yo adentro de ella, pegados, como si fuéramos una sola persona, hasta que sentí cómo mi miembro se tornaba fláccido. Lo retiré lentamente. Vi que mi verga salía impecable. Del pequeño agujero se veía el semen. Nadia se salió de la cama y se fue al baño. Estando de pie, el vestido que hasta hacía un momento estaba a la altura de su cintura, cayó para cubrirla. Pero mientras salía de la habitación, vi cómo un hilo se semen se deslizaba lentamente por su pierna.
    
    Suponiendo que necesitaría su privacidad, fui al otro baño a lavarme nuevamente. Cuando volví, ella estaba sobre mi cama, de costado, como la primera vez que hicimos el amor, sólo que esta vez no sería necesario correr las sábanas para ver su desnudez.
    
    — Tenés un cuerpo increíble. ...
«12...91011...17»