1. Regalo de Navidad


    Fecha: 14/03/2019, Categorías: Gays Autor: Aventurero, Fuente: TodoRelatos

    ... intentando colocarme derecho, pero calculé mal. Me había dado demasiado impulso. Mi cara tocó su polla y mi frente se apoyó en su pubis. Podía notar el tacto de su rabo contra mis labios. Pero dejar la cabeza apoyada sobre su piel me calmó un poco, y no quise apartarme. Lo raro es que tampoco le esuché quejarse. Ni siquiera me apartó o se apartó él. Con algo de miedo por lo que estaba pasando, me atreví a levantar la vista. Noté su mano sobre mi pelo, agarrándome fuerte. Tenía la mirada seria, como si me estuviera juzgando. Abrí los ojos como platos sin saber qué decir o qué hacer. Nunca me habría imaginado que me encontraría en esa posición. Sin darme cuenta, mi boca también se había abierto.
    
    CARLOS
    
    No fue porque chocara su cara contra mi rabo. Tampoco fue en venganza. El vómito del chaval olía a rayos e iba a tardar un rato es irse. Fue su boca. Cuando me miró desde abajo, con su cara pegada a mi entrepierna, abrió la boca sin darse cuenta. Su aliento alcanzó mi capullo y éste reaccionó. Llevaba toda la noche dándole caña, alentándolo para una acción que no iba a llegar. Y cuando sintió el calor de su boca volvió a despertarse. Lo agarré del pelo. Iba a echarlo hacia un lado, a apartarlo de mi para que no me causara más problemas. Pero lo dejé quieto, mirándome con la boca abierta. Y lentamente, mi cuerpo se inclinó hacia delante, hasta que mi capullo se deslizó sobre sus labios y se introdujo en aquella boca abierta.
    
    Por un momento vi duda en sus ojos, incluso me pareció ver algo de miedo. Pero en lugar de asustarse o gritar, su lengua se deslizó sobre mi capullo. Lo lamió. Lo saboreó. Y creo que decidió que le gustó. Instintivamente se metió un poco más de mi capullo en la boca, no mucho, pero ya tenía toda la cabeza dentro y podía lamerla. Eso fue lo que hizo. Sin decirle nada, sin dejar de mirarme, empezó a mover lentamente la cabeza mientras saboreaba mi capullo. Y éste despertó. Se fue haciendo cada vez más grande y más gordo. Su cabeza seguiá moviéndose por sí sola. O tal vez yo empezara también a coger el ritmo. No recuerdo bien cómo pasó, pero si sé que al final acabé enterrándole toda mi polla en su garganta, y noté como el capullo se movía a través de ese anillo que marcaba el límite. Esa primera puerta que te dice la diferencia entre quien es una verdadera mamona de verdad, y quien solo le gusta comerse pollas por diversión. Lo atravesé y mi capullo sintió un escalofrío de placer que me recorrió el resto del rabo y me calentó el resto del cuerpo, animándome a seguir con aquello. Suspiré, con un buen gemido indicándole que me había gustado lo que había conseguido. Pero recordando el vómito que acababa de echar le saqué rápido la polla y le dejé coger aire. Mi rabo salío de su boca entre algún espasmo, muchos hilos de saliva y un poco de tos, pero ya había alcanzado de nuevo todo su esplendor.
    
    Mario me miró desde abajo, de rodillas. Con los ojos fijos en mí esta vez. Ya me había dado cuenta de que me había visto el rabo ...
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