1. El rayo verde


    Fecha: 10/03/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: AmoMuyEstricto, Fuente: TodoRelatos

    ... -suspiró Katia algo agotada.
    
    A las once ya estaban preparadas, las dos jóvenes estaban sentadas en el descapotable y las maletas en el maletero. Comenzaban su viaje en sentido contrario al sol. Cada camionero que adelantaban evocaba a Alicia Silverstone y Liv Tyler en el video Crazy y tocaba su bocina durante la maniobra. La observación descarada y atenta de las dos beldades desde el elevado asiento del conductor del camión durante aquellos adelantamientos, Muriel con su camiseta escotada y sus pantalones supercortos y Vika con su vaporoso vestido corto de verano, pudo provocar más de un accidente, pero sus ángeles de la guarda tampoco querían dejar de observarlas.
    
    Katia se quedó en casa, aún instalándose, organizando la casa, preparando la comida y reconociendo su nuevo hábitat. Yo llegué a casa sobre las tres y media y Katia me recibió vestida con una sonrisa y su piel blanca y arrodillada junto a la puerta. Su boca entreabierta invitaba a hacer uso de ella. Me pareció que había tomado la decisión de satisfacerme en todos los aspectos de mi vida, no sé si porque intuía que era una oportunidad única de demostrarme a solas hasta dónde era capaz de llegar. La vi muy feliz con esta intimidad renovada y solo me apetecía disfrutarla, no quería alentar sus celos, pero sabía que nunca podría ser fiel sexualmente a ninguna mujer en mi vida. La erección fue inevitable al ver mi chica perfecta dispuesta para mí, desnuda y entregada, y decidí no despreciar el uso de esa boca que se me ofrecía. No quería correrme, pero no pude evitarlo, su maestría y esmero lamiendo y succionando me llevó a derramar todo mi esperma en su boca.
    
    Cuando terminó de tragar la última gota de mi semen, la conduje al comedor cogida de mi mano, como dos novios enamorados, yo aún vestido, ella siempre desnuda. Había preparado la comida y dispuesto un solo plato con un servicio y mucha comida. La senté en mi regazo y yo decidía qué bocado iba a mi boca y cuál a la suya. Era divertido mirar su carita suplicando por los champiñones mojados en smetana y después, cuando yo introducía el tenedor en su boca, observar las manchas blancas de la crema de yogur en sus labios que tanto recordaban lo ocurrido hacía pocos instantes. Durante todo el almuerzo mantuvo una sonrisa pícara y al terminar me sugirió que fuéramos a recorrer la casa. Tenía especial interés en ir al estudio de Muriel y no paró hasta que comenzamos la ruta por la parte baja de la casa. La realidad era que quería detenerse en la mazmorra. Se quedó un rato observando las fustas, los látigos y sobre todo la cruz de San Andrés. Después de remolonear en la mazmorra hasta que entendí que no quería irse de allí por un tiempo, estiró sus brazos y quedó dispuesta para ser atada con su espalda y su trasero ofrecidos.
    
    -¡Átame! ¡Sujétame y azótame como a Muriel! Quiero satisfacerte en todo.
    
    -Aquí no, Amor. Túmbate sobre esa mesa -le indiqué y la conduje sobre una mesa corta con dos argollas laterales y cuerdas de sujeción ...
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