1. La confortación de Giulia.


    Fecha: 02/06/2020, Categorías: Zoofilia Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... dientes, Sam vino por detrás y enterró su hocico en mi panocha, abrí mis piernas lo más que pude y me deje lamer, su lengua hacía maravillas desde mi conchita a mi culito, yo babeaba con mi boca llena de espuma y sin poder concentrarme en mi lavado de dientes, esa lengua caliente revolvía todos mis pliegues y mi cerebro obnubilado me hizo tirarme al suelo de rodillas y él me montó ahí mismo—¡Que locura, dios mío! — exclame en un balbuceo con sabor a pasta de dientes.
    
    Mi adorado me empaló en un santiamén, al parecer había asimilado el como hacerlo y no necesitó de mi ayuda para penetrarme rápidamente, como las veces anteriores, él tenía la particularidad de meterme su miembro y su bola casi al mismo tiempo, se introducía profundamente en mi y no me causaba ni malestar ni dolor, solo un goce colosal, su bola se terminaba de inflar dentro de mi y comenzaba a estimular mis áreas eróticas en modo salvaje, comenzaba a correrme y a perder noción del tiempo y del espacio en que me encontraba, lo único que mi humanidad percibía era esa magnifica verga deliciándome, deslizándose y removiendo y recolocando, toda la rosácea piel de mi panocha, una follada sublime, me rendía a esas sensaciones y nada más podía distraerme, de tanto en tanto casi me borraba con mis orgasmos y el goce continuo hacía danzar mi culito y empujar hacia atrás y colaborar a ser culeada como una verdadera perrita golosa.
    
    Nunca en mi vida pensé alguna vez de lograr estos maravillosos orgasmos, a veces me perturbaba que pudiese ser tan caliente, jamás hombre alguno me hizo sentir de esta manera, lo mejor de todo que me sentía genial, exuberante, esplendida, llena de vida y con ganas de gozar mi sexualidad que había redescubierto, no tenía que dar explicaciones a nadie, ni parecerle bien a nadie, ni intentar de agradar a nadie, mi Sam me tomaba así como me encontraba, babeando pasta de dientes y con mi cepillo sobre el embaldosado del baño, a propósito, tendré que comprar otro cepillo.
    
    Mi Sam me hizo correrme con facilidad y luego de lo más normal se giro y quedamos abotonados, mi amorcito no me jaló ni nada, pacientemente espero esa quincena de minutos en que nos despegamos con un sonoro descorche ¡Plop!, se vino con su lengua maravillosa a acicalar mi panocha y yo tire la toalla al piso y me puse exhausta de espalda con mis muslos abiertos para él, luego me levanté y terminé de enjuagarme la boca, la pasta se había resecado en la comisura de mis labios y mirándome al espejo, me dije a mi misma—¡Que hermosa y caliente que eres! — sí, me sentía fantástica después de esta sesión de amor fabulosa.
    
    Mi Sam se estaba limpiando su lustrosa verga, su maravillosa verga, hice sonar los dedos y él alzó su cabeza —¡Vamos chiquillo … tenemos que bañarnos! …— le dije y el se levantó de un salto y se metió en la vasca haciendo rebalsar el agua por los bordes, el agua tibia tibia recibió mi cuerpo y la sentí como un bálsamo, el ardor de mi piel fue apaciguado, mi pequeño se sentó como ...
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