1. El caso de la peruana Maia ζ


    Fecha: 20/05/2020, Categorías: Voyerismo Zoofilia Autor: MartinReisa, Fuente: SexoSinTabues30

    ... que se tumban unas a otras, una a una, algo inevitable, una fatalidad que al final tiene su recompensa. Un boleto ganador raro y paradójico. Ella lo quiso cabalmente y lo tuvo, así de simple.
    
    Estuvo cogiendo con Roco durante ocho o nueve meses hasta que se le ocurrió adquirir otro macho rottwailer, y fue lo que hizo. Lo consiguió y lo crio, y al poco tiempo ya era un perro joven, de año y medio, listo para anudarla. A éste le puso de nombre Rey. Así que Roco y Rey se la servían diariamente cuando nosotros nos hicimos amigos por el sitio; Roco de cinco años y Rey de tres. Siempre me mandaba fotos de sus machos, y algunas veces de ella. Mejor dicho, al principio intercambiábamos fotos de pijas de perros, de nudos y puntas de pija chorreando leche. Luego, cuando vio que podía confiar en mí (y también por mi desenvolvimiento en el sitio, porque era creíble y los moderadores me recomendaban), me empezó a mandar fotos de sus perros en el parque o en su casa, en la cocina o en el patio; hasta que me pasó fotos de ella desnuda, fotos “personalizadas” pero sin que se viera su rostro, como lo acordamos desde un principio. Cuento lo de las fotos porque es una etapa más en el terreno de ganar confianza, y entre nosotros llegamos a tener mucha confianza y amistad sincera.
    
    Sería insensato aquí tratar de contar sistemáticamente porque son muchísimas cosas que me contó, y no podría contar todo, se volvería un relato muy largo. Voy a optar por algunos momentos interesantes. Había veces que me contaba con lujo de detalles cómo lo hacía con sus machos, como se la montaban primero uno y luego el otro. Pero se notaba que en su narración trataba de seducir, no tanto por mí sino por ella, y quería agradar, calentar o simplemente llenar con su relato. Una de las cosas que yo más disfrutaba era cuando dejaba por un momento de tratar de agradarme y se deslizaba en pequeños detalles que se le “escapaban”, o mejor dicho, que contaba con absoluta naturalidad, pero que yo en cierto momento podía ver la exquisitez del petit détail, unas palabras tiradas al pasar que hacían la gloria del día. No era ni su relato caliente ni su expresión porno o soez, sino que tenía que ver con las ideas más sugestivas y las más deliciosas, aquellas que están cargadas con la más elevada proporción de ideas asociadas; las sensaciones de un tipo en el cual podemos sentir cierto deleite desinteresado, totalmente identificado con el goce estético. El germen más simple del sentido de la belleza parece implicar una distinción entre la significación y el estímulo. Cuento algunos de ellos. Por ejemplo, después de su primer anudamiento, y decidida a que esa iba a ser su sexualidad de allí en adelante; en los primeros meses de sexo estable con su Roco –un sexo que se volvió diario–, me contaba que media hora antes de salir de su oficina sentía unas maripositas en el estómago, así me lo contó; porque sabía que al regresar a su casa y traspasar la puerta de entrada se iba a anudar inmediatamente, sin ...
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