1. El caso de la peruana Maia ζ


    Fecha: 20/05/2020, Categorías: Voyerismo Zoofilia Autor: MartinReisa, Fuente: SexoSinTabues30

    ... Lo adquirió de cachorro y durante su vida de novia fue como un hijo para la pareja. Como el perro era de ella obviamente se quedó con ella.
    
    Maia también realizaba su trabajo desde su casa durante el año de encierro (teletrabajo, trabajo remoto, la oficina en casa, o como se lo quiera llamar). Eso hacía que los dos estuviéramos online durante todo el día, y charlando en los ratos libres en que coincidíamos, que eran al mediodía y a la tarde, al finalizar el día. Prácticamente hablábamos todos los días, muchas veces cinco minutos, pero muchas otras durante horas, sobre todo los fines de semana. Nos despertábamos a la mañana y yo la saludaba primero por la diferencia horaria, le dejaba un mensaje, al que ella respondía cuando se levantaba. Se volvió una relación muy íntima, como de amigos en la vida real. Con el paso de los meses nuestra confianza fue creciendo, y fuimos “ganándonos” uno al otro. Como toda persona adulta e inteligente sabía de la existencia del sexo con animales, de estas prácticas en la intimidad de los hogares; y me confesó que no había visto videos de zoo en la red en su anterior vida. Sólo después de su separación me dijo que empezó a ver y a “informarse sin querer”, o sea, a adquirir conocimientos involuntariamente al ver videos, y al transitar los sitios de videos gratuitos. Hasta que un día le cayó la ficha. Mujer muy joven, sola y soltera voluntariamente, y no sólo eso, mujer que decidió no tener más hombres en su vida, ni mujer ni ningún humano como pareja; la idea le cayó del cielo como una piedra, me recuerdo, esas fueron sus palabras. En Argentina a esto le decimos “le cayó la ficha”, o sea, se iluminó, se dio cuenta de la idea y fue como una iluminación. Allí surgió un click en su interior, se abrió un hiato. El hecho fue así: un día casi un año después de su trágica separación, a pocos días de cumplirse el año del funesto hecho, se emborrachó sola en su casa, y decidió que el día exacto al cumplirse un año iba a tener sexo con su Roco. Y fue lo que efectivamente intento y logró con éxito. Me contó que ese día al llegar de su trabajo, se duchó, pidió comida, se tomó unas copas de vino mientras miraba unos videos zoo, y luego de relajarse y de mirar y mimar a su amado Roco, de mirarlo con deseo sexual, se puso en cuatro patas delante de él y lo esperó. Roco dio unas vueltas, curioso, y se le montó encima. Hizo varios intentos de monta y una vez acoplado otros varios de embestida, hasta que la ensartó al toque. Así de una se anudó por primera vez. Se quedaron pegados un rato largo. Ella me dijo que en ese momento no lo podía creer, una mezcla de alegría, tristeza, sensación placentera y a la vez extraña, totalmente indescriptible (sus palabras textuales). Y le creí, le creo. Después de una experiencia vital como la suya, la psique de ella estaba totalmente vulnerable (y la de cualquier persona en su lugar). Visto desde fuera da la impresión que su trayecto hasta descubrir el sexo zoo es el recorrido de fichas de dominó ...
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