1. El caso de la peruana Maia ζ


    Fecha: 20/05/2020, Categorías: Voyerismo Zoofilia Autor: MartinReisa, Fuente: SexoSinTabues30

    ... siquiera sacarse la ropa del trabajo. Cerraba la puerta principal al llegar, se subía la pollera, se bajaba la tanga hasta los muslos y Roco la montaba y en el acto la anudaba. Eso que sentía en el trabajo cuando ya se acercaba el final de la jornada, ese “cosquilleo” era la calentura contenida desde la anudada anterior y la anudada inminente. Días felices en que contaba el tiempo para la próxima anudada. Otro de esos finos detalles era que se definía como “mañanera”; esto es, la mañana al despertarse era su momento del día, un lapso de tiempo contenido que era eminentemente sexual; y por lo tanto, su polvo mañanero era imperioso, pasó de ser un hábito cotidiano a un hábito religioso. Lo era antes de sus perros, y de su ex novio, incluso lo era desde niña y adolescente cuando se despertaba y se masturbaba. El mañanero impostergable e innegociable. Si no se anudaba inmediatamente al despertarse, entonces ese día transcurría con un mal humor de perros, valga la redundancia. Por ello, su economía del nudo era rigurosa (economía libidinal). Al despertar se levantaba de la cama, lo llamaba a Roco y se anudaba. Luego se duchaba, se tomaba su té y se vestía para partir al trabajo. O si lo queremos poner en otros términos: cum k9 desayuno de la campeona.
    
    O sino ésta: a media mañana sentada frente a su computadora de la oficina sentía cómo un hilito le bajaba, mojándole las bragas y surcando la entrepierna. Restos de una anudada reciente, o sea, de esa misma mañana. Exquisitos petits détails que personalmente rastreaba en sus charlas como un sabueso detrás de ella, husmeando y oliéndola a la distancia, y que apreciaba como quien encuentra una pepita de oro. La momentánea aparición de lo sublime.
    
    Así como hay una inteligencia emocional, hay también a la par una sexualis intelligentia. Un zoófilo o una zoófila participa de ambas. Ser zoófilo y ser bestialista a la vez desata las amarras que una persona pueda tener, y suelta las inteligencias ocultas. Su gran apetito sexual en su casa lo transformó en una libido dominandi, o sea, una persona con apetito de poder en el trabajo. Por eso le fue tan bien y en pocos años llegó a ocupar puestos estratégicos en su empresa, en una carrera meteórica. Digo esto porque me contó detalles muy impresionantes de su actividad laboral y de cómo se manejaba con hombres y mujeres, y sobre todo con sus jefes. Este es el contrapeso y la forma a la que llegó, su propia libido suelta en su praxis se desdobló en dos, lo íntimo y lo profesional; cada fuerza tirando para su lado, un despliegue de fuerzas desatadas, valga otra vez la redundancia. En lo privado de la intimidad de su hogar se ata a sus perros. En lo público de su trabajo se desata su libido, desenvuelta como propio placer en la extrema eficiencia. De este modo tenemos el equilibrio de una persona: los “vicios privados” generan en sí mismos las “virtudes públicas”.
    
    Entre nosotros había varios temas recurrentes, y ella tenía varias manías pero había una que era ...
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