El cartel
Fecha: 21/04/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Charlie Steele, Fuente: TodoRelatos
... única mujer del grupo, salió por la puerta negando con la cabeza y las manos.
El líder de la operación apretó los dientes y los puños, entendía lo que eso significaba:
—No hay nadie —gruñó con la garganta seca—. El hijo de puta se nos escapó.
***
Con pasos pesados que denotaban su furia y frustración, el líder de aquel desastroso operativo caminaba por los pasillos de aquella secretaría de seguridad hasta que se detuvo frente a una puerta en cuyo cristal se podían leer:
Sargento Antonio Torres
La abrió y entró a la habitación para luego cerrarla de un portazo. Se quitó la máscara con furia, revelando un rostro masculino de cabello corto color negro y un bigote finamente recortado, y la arrojó al suelo, le dio un puñetazo a la pared y luego fue hasta el escritorio, revolvió uno de los cajones del cual extrajo un vaso y una botella de cristal que tenía un líquido color ámbar dentro de ella, la abrió y vertió el líquido dentro del vaso mientras la oficina se inundaba a un olor a alcohol azucarado y luego, de un trago se bebió la bebida.
Esta tan furioso, que se le ocurrió desquitarse con el vaso, lanzarlo contra la pared y relajarse un poco con el sonido del cristal haciéndose pedazos e imaginar que era la cabeza de Don Grandote, pero se contuvo: el vaso no tenía la culpa, en lugar de eso, se conformó con dejar el recipiente de cristal a un lado y darle un puñetazo a su escritorio.
Se sentía totalmente frustrado. Simplemente no podía creerlo: Semanas, meses de estudiar a Don grandote, todos sus movimientos, lo que hacía, las mercancías que movía por el bajo mundo, lo que enviaba a otros amigos…
—¿Y todo para qué? —se dijo furioso— Para nada. No sirvió para nada.
Levantó la mirada y vio que la puerta de su oficina estaba abierta y en ella, había alguien. Enfundada en un uniforme de oficial de policía, era una hermosa mujer de cabello negros que le llegaba a la altura de la espalda, con unos asombrosos ojos de un azul intenso con un cuerpo de modelo que conservaba aún después de haber dado a luz a dos hijos gracias a los duros entrenamientos que recibía con regularidad en el cuerpo de policía.
El sargento Torres no se dejó impresionar por esa despampanante mujer y bajó la mirada para mirar la mesa de su escritorio como si fuera lo más importante en el mundo. Sin darle importancia a eso, la agente fue hasta el escritorio, se colocó detrás de Torres y llevó sus manos a los hombros de este para masajearle los hombres y luego, con dulzura, le dijo al oído:
—Tony no te pongas así. Sé que es frustrante, pero vas a ver qué atraparemos a Don Grandote.
Aunque ya un poco más relajado por el masaje, Tony soltó un suspiro de frustración y respondió:
—Araceli, ¿entonces cómo quieres que este? Semanas y meses planeando el operativo a la vivienda de Don Grandote, ¿y todo para qué? ¡Para nada! Joder… parece que el cabrón siempre está un paso delante de nosotros, y eso me mata. Encima el jefe me está presionando: si no tenemos ...