1. El cartel


    Fecha: 21/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Charlie Steele, Fuente: TodoRelatos

    Una noche oscura de cielo nublado, un campo abierto donde una gran mansión se alza imponente sobre ese terreno, como la versión moderna del castillo de un importante lord, y como única fuente de iluminación los colores rojo y azul intercalándose a gran velocidad saliendo de un centenar de autos de policía de cuyo interior bajaban una gran cantidad de oficiales vestidos con trajes tácticos, pasamontañas de asalto color de color negro y armas de alto calibre que no tardaron en apuntar a la vivienda, podría parecer una escena sacada de una alta producción de Hollywood, pero como bien dice el dicho: a veces la realidad supera la ficción y esa escena tan particular se estaba llevando a cabo en una región de Latinoamérica.
    
    De una de las patrullas bajó un uniformado más, también llevando una máscara cubriendo su rostro, pero por la cantidad de insignias que colgaban de los hombros de su camisa azul cielo y que en lugar de un arma de fuego pesada solo llevaba la pistola que carga en el cinturón y un megáfono en la mano derecha, se denotaba que era el encargado de esa operación.
    
    El líder del operativo se relamió los labios, sintiendo la carga eléctrica que estaba en el aire por lo que sabía que iba a ocurrir, y no era para menos, pues meses de trabajo estaban a punto de culminar en ese momento. Levantó el megáfono a la altura de su boca y comenzó a hablar con una voz fuerte y grave, a la altura de su puesto:
    
    —¡Atención Don Grandote! Esta es la policía. Tenemos rodeada su casa, todo se acabo. Le damos diez minutos para salir con las manos en la cabeza, ¡y nada de enviar a sus matones! Que de nada le servirá.
    
    El líder bajó el megáfono y miró a sus hombres y eso le bastó a todos los presentes para captar lo que él acababa de ordenar: No dejen de apuntar y estén atentos al más mínimo movimiento.
    
    Todos los oficiales se mantuvieron en sus posiciones, apuntando sus armas a la gran casa, atentos a la más mínima señal de movimiento que indicara una rendición por parte del criminal, o por el contrario, que el hombre estaba a punto de resistirse hasta sus últimas fuerzas.
    
    El líder entonces miró la hora en el viejo reloj de manecillas que llevaba en la muñeca y con un suspiro de frustración vio que ya habían pasado los diez minutos que le había dado a Don Grandote; todo estaba muy tranquilo, pero él casi que hubiera preferido que hubiera algo de acción.
    
    Tragó saliva, se volvió a relamer los labios y entonces, miró a uno de los oficiales a su lado y asintió con la cabeza. El agente entendió la orden y con la mano, le indicó a otros de sus compañeros, su escuadrón, que se prepararan para entrar a la casa y con una precisión que podría hasta ser elogiada por el mismísimo buró federa de investigaciones (el FBI), se acercaron a la casa, abrieron la puerta y entraron en ella.
    
    El resto de los oficiales se mantuvieron a la espera de lo que fuera a ocurrir y tras unos angustiantes minutos de tensión, uno de los agentes que entraron a la vivienda, la ...
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