1. Detrás de un teclado


    Fecha: 21/03/2020, Categorías: Sexo Virtual Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    Esta es la historia de dos chavales jóvenes que gracias a internet pasaron días y noches juntos.
    
    Cae la noche y como otra más, en mi casa la familia estaba durmiendo y yo estaba ya harto de ver la televisión.
    
    Internet me salvó la vida. Es extraño, cuando desde fuera yo mismo consideraba un vicio permanecer tantas horas postrado frente a una pantalla de un ordenador. Pero en ese periodo de mi vida, las redes sociales se convirtieron en mi mejor refugio, en mi mejor oasis. Miraba todas las redes sociales que había y que conocía. Desde las que me ofrecían imágenes de jóvenes princesas, hasta las secuencias expertas de estrellas de películas para adultos. Y todo ello sin olvidar los relatos escritos por personas que, por ser como yo, me sumían en la intimidad de sus vidas como si fuese la mía propia.
    
    Es extraño, y sólo las personas que hayan vivido una situación como yo lograran entenderme: Yo nací dos veces; La primera del vientre de mi madre y la segunda, de las entrañas de internet.
    
    En mi nueva vida era uno más de esa comunidad. Diariamente conversaba con mujeres tan diversas y con tan diferentes opiniones como arboles hay en un bosque. Al principio, únicamente buscaba sustituir el cariño con las frases de otra mujer. Finalmente, mi instinto inconformista me llevó a mostrarme mediante la cámara del ordenador.
    
    Evité desvelar mi rostro. Pero eso no evitó que compartiera mi cuerpo con otras mujeres. Entré en un juego de deseo y seducción, cuyo máximo exponente del placer consistía en masturbarme admirando los pechos y lo que me dejaran ver desconocidas. Recuerdo la primera vez que, a petición mía, una mujer se despojó de su tanga y me mostró su clítoris mientras se introducía un dedo en la vagina. La imagen me hipnotizó. Me masturbé con furia mostrando el mejor plano posible de mi miembro. Y junto a mí, a cientos de kilómetros de distancia una mujer se corría admirando mi eyaculación.
    
    Muchas mujeres pasaron por mi pantalla. Me derretían mostrando sus cuerpos de distintas posturas. A todas ellas las poseía durante unos minutos, pero sólo una consiguió enamorarme.
    
    Entró de improviso en mi vida, su Nick: “Legolas”, y aunque fuera nombre como un famosos elfo del señor de los anillos, parecía ser un anticipo de lo que pasaría entre nosotros. Me sorprendió que me atrajera tanto a pesar de que se negaba a mostrarme su cuerpo desnudo. Alegaba que se encontraba en sus padres y que no podía desnudarse. Al igual que yo ocultaba su cara, insistí en varias ocasiones para que me la mostrara, pero ella ponía la condición de que yo también tendría que mostrársela. Y ahí fue cuando descubrí que me estaba enamorando. Deseaba con locura ver su rostro, pero me invadía un miedo atroz a que el mío no fuera de su agrado y en consecuencia la pudiese perder.
    
    Pasamos meses conectando cada día. Era una mujer inteligente y de carácter muy sensual. Pronto nuestras conversaciones se tornaron monotemáticas, anhelaba masturbarme con la imagen de sus pechos ...
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