1. Las refugiadas - El burdel 2


    Fecha: 15/03/2020, Categorías: Fetichismo Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... tú quieres algo que solo tiene ella.
    
    —Vale. Acepto. —Sacó la cartera.
    
    —No. No. No. A ella. Le pagas a ella. —Señaló a su hija—. Sigue a Irene. Te llevará con ella.
    
    Se acercó a su hija y le pidió que lo llevase junto a la lactante.
    
    En ese momento un joven entró en el local, parecía perdido o buscando a alguien. Antonio Sánchez de los Riscos entraba por segunda vez a lo que su madre había definido como «un antro de perdición» cuando vinieron a bailar en la despedida de soltero de Jonatan Peinado, uno de los chavales sudamericanos que trabajaban en la finca. Ya vio entonces a alguna chica desnuda y con las tetas al aire, pero cuando le avisaron que cobraban por estar con chicos pasó de ellas, aunque Jonatan que parecía conocerlas bien sí subió con alguna, que tuvieron que pagar entre todos. Localizó a Antonio Sánchez Martínez, su padre. El GPS que su madre había instalado en el móvil no le engañaba. Estaba en el local. Antonio apenas sabia usar el móvil para dos o tres cosas además de llamar, la tecnología no era lo suyo. Con el tractor ya tenía suficiente modernidad. Pero desde que Carmina, su madre, empezó a vigilar a su padre y a navegar por eso raro llamado internet… se pasaba el día viendo videos de cosas raras, como qué hacer con los teléfonos. Por eso hacía un par de días le instaló dos nuevos dibujitos: Uno para localizar a su padre en el mapa y otro para hacerlo cuando estuvieran cerca. Ella lo llamó «la güifi». Esperaba no tener que usarlo.
    
    La camarera indicó a Antonio padre otra chica, joven como él, pero una desvergonzada que llevaba sus enormes tetas al aire. Ella se movió hacia el fondo del local y su padre le seguía. Él los siguió a ambos. La chica lo llevó hasta otra joven pelirroja. Esta lo cogió del brazo y ambos se fueron hacia la puerta que vigilaba una señora mayor. Se acercó a la chica que había llevado a su padre hasta la pelirroja.
    
    —Quiero subir —Señaló hacia la puerta donde su padre y la chica estaban hablando con la señora mayor que vigilaba—. Quiero la pelirroja.
    
    —¡Joder! que manía tenéis todos con las nuevas. Pues te tendrás que esperar como mínimo una hora. Porque antes no acabará.
    
    —Quiero subir ya. —Antonio hijo no era del todo capaz intelectualmente hablando, lo que la naturaleza había compensado con otras ventajas.
    
    —Pues con la pelirroja no. Está ocupada —replicó enfadada Irene—. Puedes subir conmigo. Uno rápido de veinte minutos son solo cuarenta y así te da tiempo a recuperarte para luego pedírselo a la pelirroja.
    
    —Vale ¿cuarenta?, ¿qué?
    
    —Cuarenta euros. —Antonio sacó un billete de cincuenta—. Eso es suficiente. Me lo das arriba.
    
    Irene lo cogió del brazo y se encaminaron al pasillo de las habitaciones. Subieron y entraron en la habitación de al lado de la que estaban Antonio padre y Jitka.
    
    —¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Antonio hijo.
    
    —¿Eres virgen? —Irene soltó un bufido—. ¡Y yo que pensaba que siendo puta tan joven todos me enseñaríais algo! Quítate los pantalones que te ...
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