1. El jefe de su marido (sexto capítulo)


    Fecha: 13/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dulceymorboso, Fuente: CuentoRelatos

    El domingo por la noche al terminar de cenar se fueron para cama juntos. Mateo estaba feliz de poder estar con la niña y su mujer toda la tarde del sábado y el domingo.
    
    -Ha sido un fin de semana maravilloso cariño – él la abrazaba por la espalda – Menos mal que él cabrón de mi jefe no me hizo ir a trabajar ayer ni hoy.
    
    -Si cielo. – Silvia sabía que ella era el motivo por el que no había tenido que ir. – A mi también me gustó mucho todo el fin de semana. Crees que tu jefe es de verdad tan cabrón? A veces pienso que quizás sea solo una forma de aparentar.
    
    -Si cariño, te aseguro que lo es. Tu porque no lo conoces, si no, ni lo dudarías.
    
    -Tienes razón amor. – diciendo esto pensó como seria conocer mucho mas a ese señor. – Ahora deberíamos dormir que la peque no entiende de horarios.
    
    Cuando se despertó por culpa de los rayos de sol que entraban por la ventana, vio que su marido ya no estaba en la cama. Decidió quedarse en cama hasta que la niña se despertara. A su mente acudieron un sin fin de pensamientos sobre todo lo que estaba viviendo desde aquel día que abriendo el buzón viera la carta del banco. Pensó en el señor Gómez y en las cosas que ese viejo estaba consiguiendo que hiciera y sobre todo sintiera. Pensó en Cristina y en la tarde del viernes en su casa. Recordó la imagen desnuda de esa mujer cambiándose juntas en su habitación. Todos aquellos pensamientos la hicieron excitar y se masturbó a pesar que odiaba hacerlo.
    
    Ya tenia preparada a la niña y cogió el sobre escondido en el armario. Pasaría por el banco y con el dinero que le había dado el señor Gómez pagaría los recibos atrasados. Cuando salió del banco se sentía feliz y al mismo tiempo una sensación de vergüenza se apoderó de ella. Aquellos recibos los había pagado un hombre ajeno a su núcleo familiar, los había pagado con su cuerpo, con su boca. Eran recibos cuyo precio iba mas allá del dinero en si. Su valor era humillarse ante aquel viejo y la fidelidad a su esposo.
    
    Hacia una mañana espléndida y dio un paseo con la niña. Al pasar por un parque se sentó en uno de los bancos vacíos pues le gustaba observar a la gente. La gente era mas o menos como en cualquier parque a esas horas matinales, madres jugando con sus hijos aún sin edad escolar y señores jubilados dejando transcurrir el tiempo libre, tomando el sol y leyendo el periódico. Se preguntaba si alguna de aquellas mujeres tendría en su vida algún secreto inconfesable como a ella le pasaba. Mirando a los señores se preguntó si alguno de ellos tendría una amante joven y se avergonzó de pensar si todos los señores mayores sabrían acariciar como el señor Gómez. Quizás era su marido el que fallaba y era él el que no sabía tocarla?
    
    -Buenos días joven. – sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de aquel desconocido – te importa si me siento?
    
    -Ah, hola, buenos días. – ella se echó hacia un lado como evitando la cercanía con aquel hombre, como temiendo que con su cercanía le pudiera leer los ...
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