1. Antonella y yo.


    Fecha: 13/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    Acababa de colgar el teléfono, mi hermana Giórgia me mandaba a su hija a vacacionar como regalo por el buen comportamiento de la chica en el colegio, Antonella es mi sobrina y no la veo desde hace unos cuatro años, no sé en qué momento me pillo Giórgia que yo accedí a recibir a mi sobrina por el mes de febrero, estoy acostumbrada a vivir sola y una niña chica en casa no me resultaba para nada como una buena idea, pero el jaleo me lo había armado yo solita y debía ponerle el pecho a las balas, como se usa decir.
    
    Yo soy Dalida y vivo en Reñaca, una localidad de la costa central de Chile, en verano tenemos un flujo de turistas de muchas partes de Sudamérica y otros sitios del mundo, me encanta vivir sola porque debo decir que tengo un carácter fuerte y soy una predadora, soy lésbica y me encanta solazarme con alguna muchacha extranjera en mi departamento lejos de miradas indiscretas, mi lugar de caza es el paseo marítimo donde hay una serie de pubs, bares y restaurants.
    
    Tengo veintisiete años, soy la hermana menor de Giórgia que tiene trece años más que yo, si no recuerdo mal mi sobrina debería tener unos catorce o quince años, toda una adolescente rompe huevos, seguramente será una de esas rebeldes y tendré que hacerle de niñera por todo un mes, ya me estaba arrepintiendo de haber aceptado de alojarla conmigo.
    
    El jueves fui al terminal de buses a recogerla y llevarla a casa, me esperaba a la flaca y remilgada colorina llena de pecas que había visto hace cuatro años atrás en una visita a mí hermana, me sorprendió ver llegar una muchacha alta de cabellos rojos cortitos y escultural silueta y sus grandes pechos como todas en la familia, somos todas pechugonas, me saludo con una mano ― ¡Hola! tía … como está … mamá mando muchos saludos y gracias por recibirme― dijo, nos dimos un abrazo y nuestras tetas prácticamente se estrellaron, pude sentir la dureza de sus senos e inmediatamente me salieron cachitos de diablita que hicieron que mi tanga se humedeciera ― es mi sobrina y es menor de edad― sonó la alarma dentro mi cabeza, después de saludarnos nos fuimos a mi carro y la conduje a casa.
    
    Antonella se había convertido en una preciosísima muchacha, una señorita, le mostré el cuarto donde la alojaría y a ella le pareció encantador, la ayudé a desempacar y me di cuenta de que su lencería no era la de una adolescente, con tangas y sujetadores minúsculos, también me mostró sus bikinis y me sentí de repente vieja de frente a esta exuberante joven mujer, solo para cerciorarme ― Antonella … ¿Cuántos años tienes?― le pregunté ― dieciséis, tía … ¿por qué?― respondió ― pues por nada … sí que te has pegado un estirón … yo te recordaba cómo una niña … en cambio eres toda una señorita … sí que has crecido― le dije ― es normal tiita … ahora nos desarrollamos más rápido las chicas ― dijo, la dejé que se acomodara y yo me fui a preparar un poco de café y jugo de frutas, con la prisa de ir a buscarla no había tomado desayuno.
    
    ― Antonella … está listo el ...
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