1. Gigoló y pintor


    Fecha: 12/04/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... trajo una jarra de vino de dos litros y tres tazas de barro. Las puso sobre la mesa y retiró la limonada.
    
    -Echa vino en las tres tazas.
    
    -Ya te dije que yo no bebo, y a Manuel se lo quitó el médico.
    
    -¿Os vais a morir por tomar una taza de vino?
    
    Medió las tres grandes tazas. Le eché un trago a la mía, y le dije:
    
    -Dale de beber a tu marido.
    
    Fátima, le puso la taza de vino en los labios a don Manuel, y le dio de beber. ¡Tragaba que daba gusto! Fátima, le dijo:
    
    -¡La leche no la tomas así, goloso!
    
    Al acabar de beber el vaso de vino, en los labios de don Manuel se dibujó una sonrisa. Fátima, me dijo:
    
    -¡Milagro! Hace más de cinco años que no sonreía.
    
    -A lo mejor es porque no tenía motivos para hacerlo. Bebe tu taza de vino.
    
    -Me voy a poner contenta.
    
    -De eso se trata.
    
    Se lo bebió. Yo acabé de beber el mío. Me levanté. Me puse al lado de don Manuel.
    
    -Vamos a jugar. Quítame la funda.
    
    Fátima, me abrió la cremallera. Me quitó la funda. Mi polla, morcillona, quedó colgando a un metro de don Manuel. Me quité los tenis. Fátima, se puso en cuclillas, cogió la verga en la mano, la metió en la boca, la meneó, y a los pocos segundos tenía la tranca tiesa.
    
    -¡Jesús, que pedazo de estaca!
    
    Fátima, llevaba puesto un vestido gris que le llegaba a los pies.
    
    -Levántate y date la vuelta.
    
    Se dio la vuelta para que le bajase la cremallera, pero lo que hice fue rasgarle el vestido, (vestido que cayó al suelo) y meterle un chupón en el cuello, darle la vuelta, meterle la lengua en la boca y romperle el sujetador con las dos manos. Fátima, con sus grandes tetas al aire, me dijo:
    
    -Eres un animal... ¡Y me gusta que lo seas!
    
    Cogí la jarra y llené mi taza de vino.
    
    -Coge una teta con las manos y métela dentro de la taza.
    
    -Bésame antes.
    
    Le di un cachete en el culo.
    
    -¡Mete la teta dentro de la taza!
    
    Metió media teta dentro de la taza. Después eché un trago de vino. La volví a besar con lengua y le di a beber vino de mi boca. Cuando le mamé la rosada areola y le chupé el gordo pezón y la teta, ya la tenía embriagada, embriagada de pasión.
    
    -¡Joder, que bien lo haces! ¡Tengo el coño como una charca!
    
    Al dejar de jugar con esa teta, sin decirle nada, metió la otra en la taza.
    
    -Mama, cabrito.
    
    No se la mamé. Derramé el vino tinto de la taza sobre sus tetas, el vino bajó hasta su coño. Con las bragas blancas manchadas de vino, me agaché. Se las rompí con los dientes y con las manos. Su coño estaba rodeado por un tremendo bosque negro. Lamí el coño encharcado de babas con sabor a vino y subí lamiendo hasta llegar a la teta. Ahora sí, ahora se la mamé con lujuria. Después le mamé la otra, las junté y le lamí, chupé y mordí los grandes y erectos pezones y magreé las tetas. Fátima ya gemía sin control. Sabía que si le comía el coño se iba a correr en mi boca. La levanté cogiéndola por sus peludos sobacos y la puse sobre la mesa. Retiré las tazas de vino y la jarra. Encogió las piernas, se echó hacia atrás y ...