1. Gigoló y pintor


    Fecha: 12/04/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... hagamos...
    
    -¿Qué servicio me harías?
    
    -El completo
    
    No sabía en qué consistía.
    
    -¿Y eso qué es?
    
    -Sexo oral, vaginal y anal.
    
    Doña Fátima se volvió a poner colorada.
    
    -Me voy, me voy que ya hablé demasiado.
    
    A los diez minutos de irse de mi lado, fui al servicio a cambiarle el agua al canario. Iba a coger la manilla de la puerta, cuando sentí, en bajito, algo así:
    
    -Ooooh, oooh, Oh Aaaah. Oh, oooooh. Sí, sí, si. Aaaah. Me viene. -un silencio largo- Aaaah.
    
    No había que ser muy listo para saber que doña Fátima se hiciera un dedo y se había corrido. Me fui y le cambié el agua y la leche al canario en el otro servicio.
    
    Al día siguiente, por la tarde, iba a comenzar a pintar, cuando me llamó doña Fátima. Fui a la cocina. Encima de la mesa había una jarra con limonada y tres vasos. Dos ya estaban mediados. En la radio se oía la canción de Raphael: Yo Soy Aquel. Doña Fátima, me dijo:
    
    -Siéntate a la mesa, Quique.
    
    Me senté delante del vaso vacío, que estaba justo enfrente del de don Manuel, lo llenó, y me preguntó:
    
    -¿Cuánto me cobrarías?
    
    Me hice el tonto.
    
    -No subió de ayer a hoy, 500 pesetas.
    
    -Por el completo. Quiero sentir tu verga dentro de mí coño, dentro de mi culo, y...
    
    No la dejé terminar.
    
    -¡¿Y me lo pregunta delante de su marido?!
    
    -Él lo que quiere es que yo sea feliz.
    
    -¿Y usted cómo sabes eso?
    
    Fátima, miró para su marido, y le dijo:
    
    -Parpadea dos veces si quieras que me folle Quique, Manuel.
    
    Don Manuel, parpadeó dos veces.
    
    Fátima, necesitaba verga.
    
    -¿Cuánto me vas a cobrar?
    
    Me levante, se levantó, la agarré por la cintura y le pegué un morreo que la dejé temblando.
    
    -Dos mil pesetas.
    
    -Me dijeron que cobrabas mil.
    
    La volví a besar. Su mano derecha acarició mi verga por encima del pantalón.
    
    -Y es cierto, pero me da a mí que don Manuel quiere mirar. ¿Me equivoco?
    
    -No, no te equivocas.
    
    Le eché un trago a la limonada, y le pregunté:
    
    -¿Cuánto tiempo lleva sin una buena verga entre las piernas?
    
    -De tú.
    
    -¿Cuánto tiempo llevas sin una buena verga, Fátima?
    
    -¿A qué viene esa pregunta?
    
    -Curiosidad.
    
    -Más de cinco años.
    
    -¿Te comieron el coño alguna vez?
    
    -No.
    
    Miré para don Manuel, pero el hombre no daba ni tenía.
    
    -¿Te follaron por el culo?
    
    Ahora fue ella la que me besó a mí.
    
    -No.
    
    -¿Ya te vino la menopausia?
    
    -¿También lo preguntas por curiosidad?
    
    -No, te lo pregunto por seguridad. ¿Te vino?
    
    -Sí.
    
    -Bien. No traje condones.
    
    La agarré por las nalgas, la apreté contra mí. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, y me preguntó:
    
    -¿Te gustan mis besos con lengua?
    
    -Sí. ¿Y a ti los míos?
    
    -Mucho.
    
    La seguí besando. Fátima, sentía mi verga empalmada latir sobre su vientre.
    
    -Necesito correrme.
    
    -¡¿Ya?!
    
    -Ya.
    
    -No seas impaciente. Trae tres tazas y una jarra de vino tinto de la bodega.
    
    -Mi marido y yo no bebemos.
    
    -¿Quieres pasártelo en grande o no?
    
    -¿De barro o blancas?
    
    -De barro.
    
    Se fue a la bodega y ...
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