1. Mi vecinita borracha


    Fecha: 03/02/2020, Categorías: Jóvenes Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... satisfactoriamente dentro de una mujer desde... bueno, eso tampoco importa ahora.
    
    Ya me había corrido. Ya poco más quedaba por hacer. Sí, claro, podía esperar quince minutos y follármela otra vez, y la verdad es que lo hice. Tras aquello, esperé otra media hora y volví a cepillármela, esta vez por el culo. Fue sublime. Quien se haya follado un culito de una quinceañera sabrá a lo que me refiero; es algo muy difícil de explicar con palabras. Sólo puedo decir que follar nunca volverá a ser lo mismo.
    
    Durante este último acto fue precisamente cuando comencé a darme cuenta de que mi vecinita había recobrado la consciencia y de que de su boca salían unos ruidos que yo catalogaría como gemidos de incesante placer. Tras correrme de forma irrisoria en su culo, me dejé caer agotado a su lado. En ese momento descubrí que, en realidad, eran gritos más bien de dolor. Su mirada furibunda no dejaba lugar a dudas. Yo estaba tan exhausto que no se me ocurría ninguna excusa. Además, aquello era exactamente lo que parecía.
    
    Por fortuna para mí, Natalia, que así supe más tarde que se llamaba la susodicha, resultó pertenecer a ese grupo de mujeres que tanto abunda en la actualidad, es decir, que era más puta que las gallinas, y poco le importó que le regara la vagina con mi esperma de gran calidad, pues tomaba la píldora anticonceptiva en colaboración con su hermana, que parecía ser otra buena pieza. Natalia compró mi silencio a cambio de una comida de coño que ella catalogó como "normalita", cuando en mi humilde opinión gozó como nunca lo había hecho. Bueno, de eso y de 50 euros. Ni siquiera se molestó en ponerse la ropa, y así, como su madre la trajo al mundo, llegaría a su casa a las seis de la madrugada, con la ropa bajo el brazo y más serena que dos horas antes.
    
    Aún sin fuerzas después de lo sucedido, volví la mirada hacia la cámara de vídeo que había colocado en una esquina del salón. Esperaba haberlo grabado todo, porque aquello iba a darme para unas cuantas pajas. Cuán equivocado estaba! Si hubiera sabido lo que me esperaba, en aquel mismo instante podría haberme desecho de las toneladas de porno que habitaban en mi hogar. 
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